El mes de noviembre nos trae el conectar con nuestros ancestros. Diferentes culturas del mundo coinciden en celebrar el regreso de los difuntos por un día, refiriendo a la vida más allá del cuerpo. Es esta una de las más antiguas costumbres de espiritualidad humana. Entendiendo que con la muerte nuestra fuerza vital ingresa a un nuevo modo de existencia.
Los pueblos andinos celebran el Día de las almas que comienza en la madrugada del 1º al 2 de noviembre. El alma de los muertos regresa a las casas donde vivieron para participar de un banquete que sus familiares le prepararon con amor y dedicación. Cuentan que van visitando de casa en casa a los familiares durante toda la noche hasta que amanece.
Todo comienza con la preparación de los panes (llamados tantawawas) de diferentes formas: humanas, animales, chakanas, wiphalas, escaleras y algún dinosaurio de los más pequeños para actualizar el ritual, porque participa toda la familia. Además se le deja fotos, hojas de coca y flores de colores. Algunos también van al cementerio y decoran su tumba. Es una manera diferente de tomar la muerte y vida, quizás menos dramática y decisiva.
Como en cada ceremonia no puede faltar Mama Koka, cuyas hojitas se le adjudican propiedades mágicas, es un canal directo al plano espiritual. Es rica en calcio, varias vitaminas como la B12, fósforo, potasio, magnesio, sodio, hierro, cobre, zinc y, manganeso. El consumo de una infusión con un par de hojitas incrementa la absorción del oxígeno en la sangre y con ello alivia el mal de montaña. Es carminativo, al igual que el cardamomo, el comino, la menta y el anís, pues mejora la digestión y aumenta la energía.
Su uso se remonta a unos 3000 años atrás, pues hay registros de la planta dentro de las culturas precolombinas. Es la ofrenda por excelencia a la Pachamama. Compartir hojitas de coca es símbolo de gratitud y respeto, une a las personas reforzando los lazos comunitarios.
Quizás te ponga triste recordar a tus ancestros, pero son parte de nosotros, prender una velita o dedicarle algún pensamiento, o alguna comidita o aroma que nos los traigan, y ellos estarán porque siempre andan rondando, ayudándonos. Les mostramos los brotes de nuestra siembra. Nuestros logros y los que todavía nos falta por lograr.
Y no se olviden… seamos felices, tomemos yuyitos y hongos, leamos libros y guardemos semillas.
Por Jimena Ramos Lanciotti
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