Gripes, resfríos, bronquitis y faringitis son algunas de las enfermedades más comunes en esta época. Mantenerse abrigado, evitar los cambios bruscos de temperatura y una buena alimentación que fortalezca nuestras defensas se vuelven entonces requisitos importantes para evitar el desarrollo de enfermedades.
La miel es uno de los alimentos más consumidos en invierno y uno de los más conocidos para fortalecer el sistema inmunológico gracias a su función antibacteriana, anti fúngica y antiviral. Además, es un analgésico natural que ayuda a combatir el resfrío, la tos y favorece la expectoración. También agiliza la digestión y, por lo tanto, mejora la salud digestiva e inmunológica.
Entre sus componentes podemos encontrar azúcares simples, es decir, aquellos que son absorbidos rápidamente y por lo tanto proporcionan una fuente de energía rápida. Por este motivo la miel es un alimento ideal para endulzar un desayuno y comenzar el día con mucha energía. Se recomienda evitar su uso en casos de diabetes ya que es un alimento con un alto índice glucémico que genera un rápido aumento de la glucosa en sangre.
En su composición además encontramos pequeñas cantidades de proteínas, aminoácidos, minerales y vitaminas que le otorgan un perfil nutricional de alta calidad.
Tener en cuenta que no se recomienda su consumo para niños menores de un año. La bacteria Clostridium botulinum puede encontrarse en la miel y si bien resulta inofensiva para un adulto, en los lactantes puede alojarse en el intestino y generar un trastorno neurológico conocido como botulismo infantil.
Mitos y verdades sobre la calidad de la miel
– Variedades: Actualmente en el mercado podemos encontrar dos tipos de mieles. Existen variedades monoflorales, es decir que se obtienen de una misma familia de flores; y multiflorales, las cuales se obtienen de diferentes especies. Así la procedencia de una miel permite la diversidad en el color, sabor y aroma, pero no es un factor que afecte a su calidad.
– La cristalización de la miel: Otro mito relacionado a la calidad de una miel es su consistencia. Existen muchas personas que consideran que ver una miel cristalizada la hace una miel vieja, próxima a vencerse o una miel a la cual se le ha agregado azúcar. La realidad es que la cristalización de la miel es un proceso natural. La tendencia de la miel a cristalizarse depende fundamentalmente de la relación de azúcares, del nivel de humedad y de la temperatura del ambiente. La composición global de la miel, la cual incluye otros azúcares aparte de la glucosa, y otras sustancias como minerales, enzimas y proteínas que también influenciaran en la cristalización. Por debajo de 14ºC se acelera el proceso de solidificación. El porcentaje de humedad de la miel es fundamental para su conservación ya que en valores menores a 18%, ningún microorganismo podrá desarrollarse en ella.
– Miel cremosa y líquida: Es común escuchar que una miel cremosa ha sido adulterada. La cremosidad que adquiera una miel va a depender de un proceso mecánico de batido, sin necesidad del agregado de ningún producto. Así, mediante este proceso se rompen los cristales formados y como resultado se produce la miel cremosa. La elección de comprar una miel liquida o cremosa radica principalmente en qué uso se le brindara y cuál es la preferencia del consumidor.
– La pureza de la miel: Es común encontrar en el mercado una miel a la cual se les ha adicionado azúcar o jarabe de maíz de alta fructosa y por lo tanto deja de ser una miel pura y de calidad. Es por eso que siempre se recomienda leer el rotulo para asegurarse que no tenga ningún agregado y así, elegir una de máxima pureza.
Actualmente, muchos desconocen los múltiples beneficios y usos que se le podrían dar a la miel y solo la utilizan para endulzar alguna infusión. La realidad es que existen infinidades de recetas en las que podrían utilizarse como por ejemplo galletitas, barritas de cereal, muffins, budines, tartas, carnes, etc.
Camila Enrique
Equipo de nutrición – New Garden
