Los síntomas corporales: una rebeldía silenciosa

Nuestro cuerpo es un aliado incondicional que nunca nos va a traicionar si lo escuchamos. El inconsciente, además de formar parte del aparato psíquico, también está en los músculos y en las sensaciones. No es un inconsciente freudiano infantil, reprimido, sino que es un inconsciente productor de intensidades y de movimiento. Las voces del cuerpo son nuestro inconsciente y emergen durante pequeños lapsos, paréntesis que constituyen instantes de silencio que invitan a escucharlas. Son expresiones cuya savia difieren de aquellas que emanan desde las palabras. Y aunque todo en nosotros está impregnado de significantes y significados, hay otras formas de expresión que se esconden tras los sonidos, las letras, los ritmos del habla y pueden hacerse entender a través de gestos, movimientos, respiraciones, entre otras posibilidades que nos da lo corpóreo. Las voces del cuerpo son aquellas llamadas, señales, que vienen desde las entrañas, la piel, los órganos, los músculos tensos, las emociones y sentimientos profundos.  Cuando las atendemos, manifiestan mensajes que invitan a graficar y comprender los impactos de lo externo en nuestro interior y viceversa. La aparición de síntomas corporales pueden ser producto de una “rebeldía silenciosa” que cuestiona, interpela, visualiza aspectos que atacan nuestra integridad, que muestran incongruencias entre aspiraciones y deberes.  Constituyen tránsitos para develar, atravesar ciclos de nacimientos y muertes vinculares, fases de regeneración intelectual y emocional, crisis periódicas internas subterráneas.  Develar esta información alivia, da vitalidad. Luego viene el universo de las interpretaciones, un camino paciente de decodificación.  Hay infinidad de rutas posibles para comprender cada mensaje.  Son como “pases mágicos” y funcionan como intersticios entre la mente y las emociones. Dicho de otro modo, se comprenden radicalmente cuando desconectamos la mente del ego. Actúan de manera proyectiva para captar ciertas situaciones que preocupan; son un puente mágico hacia soluciones apoyadas en la intuición y constituyen magníficos eslabones hacia formas de vivir plenas.  El análisis personal ordena, organiza retazos de la vida que emergen por el efecto de animarse a expresar dolores, molestias, tormentos, aflicciones escondidas bajo múltiples ropajes físicos. La clave es intentar trascender la dicotomía cartesiana, “pienso, luego existo” redefiniendo la existencia como un continuo entre mente, cuerpo y espíritu. Desde esta cosmovisión, se busca ir hacia un cuerpo integrado que pulse por vivir buscando vibrar consigo, con los otros y con la vida.  Es decir, existir gracias a la fuerza de la energía vital, dándole lugar a la espiritualidad del cuerpo, esto es, simplemente, encaminarse hacia experiencias de placer que se constituyen desde un lenguaje corporal propio: la forma de vibrar, de habitar un cuerpo, de enraizarlo en sus emociones y sensaciones, y todo esto implica experiencias de des acorazamiento.  Éstas se presentan a través de síntomas corporales, indicadores de brutales tensiones musculares. Para des acorazarnos es necesario identificar esas “rebeldías silenciosas” que dan la voz mediante estos síntomas y esto implica un trabajo en profundidad con nuestro cuerpo-historia. En la marcha, las voces del cuerpo pueden susurrar, si se las ignoran, incluso, llegan a gritar a través de malestares reversibles o irreversibles y, si se las trasciende inaugura un escenario increíble de nuevas libertades.

Por Alejandra Brener

Lic en Ciencias de la Educación

Terapeuta corporal Bioenergetista

alejandrabrener@gmail.com

Facebook Alejandra Brener Bioenergética

Instagram: @espacioatierra

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