La naturaleza de la predicción

Me gustaría comenzar diciendo que, aunque la naturaleza interna de nuestra investigación estaría clara para cualquier estudiante de astrología con una tendencia psicológica, de ningún modo estoy denegando el valor y la larga tradición del trabajo predictivo en astrología. Pero ambos no se excluyen mutuamente. «Psicológico» no significa solo «interno». Demasiados de nosotros hemos tenido la experiencia de pronósticos acertados de un tipo específico y concreto como para pretender que los planetas no se relacionan tanto con el mundo exterior como con el interior, o que es imposible predecir cierto tipo de sucesos en ciertas ocasiones.

Hace muchos años di un seminario para el Wrekin Trust que entonces se transcribió, editó y se convirtió en un libro llamado «Los planetas exteriores y sus ciclos» Mientras examinaba la carta natal de la Unión Soviética hice, de pasada, una predicción sobre su futuro. En realidad fue una especie de corazonada porque en esa época yo no tenía muchos conocimientos sobre las sutilezas de la astrología mundana. Mi predicción, bastante ingenua, se basaba en el hecho de que Plutón alcanzaría la conjunción con el Sol natal de la Unión Soviética al cabo de siete anos. Ya había observado que cada vez que un tránsito poderoso tocaba a su Sol natal en Escorpio cambiaba el liderazgo del Soviet. En términos mundanos, se trata de una conclusión claramente obvia y simple ya que el Sol en la carta nacional representa, entre otras cosas, a la jefatura de la nación.

La razón por la que yo esperaba un derrumbamiento, en vez de otra típica lucha por el liderato, era que Plutón da bastantes más rodeos que los otros planetas exteriores. Tiende a limpiar todo en profundidad y nada queda después de su forma o estructura originales. Había otros tránsitos – por ejemplo el de Urano-Neptuno-Saturno en conjunción en el primer decanato de Capricornio, aproximándose a la Venus de la Unión Soviética en la casa 4a – que sugerían que este inminente colapso iba a ser como una ruptura matrimonial. Se trataría de una desintegración desde «adentro», más bien que desde «afuera», y todos los diferentes países satélites podrían empezar a pedir el divorcio. Así es cómo lo interpreté entonces y en 1982 no había nada que indicara los acontecimientos venideros. Ciertamente que un nuevo líder estaba en las cartas pero un derrumbamiento total era impensable. En los siete años siguientes, no volví a pensar en ello; pero luego todo vino a pasar como había previsto. Hay muchas situaciones, tanto mundiales como personales, en las que los astrólogos pueden hacer pronósticos ajustados.

Sin embargo, centrarse solamente en el lado predictivo de la astrología es como un si un médico se fijara solo en un sistema corporal en vez de considerar al individuo completo y la interrelación entre cuerpo y mente. A lo largo de los años me he convencido de que un gran porcentaje de lo que creemos predestinado, en cuanto a tránsitos y progresiones, no se trata en absoluto de la acción del destino si no de la de nuestros complejos inconscientes. Como individuos y como colectividad contribuimos inconscientemente a crear situaciones, o sumergirnos en ellas, que activan emisiones internas, bien porque las hemos estado evitando en el pasado o, simplemente, estaban ya maduras y el momento adecuado, el kairos, ha llegado.

Mucha gente en el mundo astrológico cree en el karma. Yo no soy incrédula, pero siento que todo es mucho más complicado que lo que alguien, alguna vez, llamó «la teoría del ding-dong» – uno fue bueno o malo en la última vida y por tanto se ve recompensado o castigado en ésta. Como la moralidad es tan profundamente subjetiva y una cosa tan relativa, le doy poco valor a tales aproximaciones simplistas al reino del espíritu. Pero bien puede haber algo que continúa, a través y más allá, de una encarnación mortal particular que acumula «sustancia» de acuerdo a las elecciones hechas en cada vida, y que actúa como un imán para el tipo de experiencias que atraemos. Esto puede ser también un factor que está claramente por encima de los esfuerzos de una vida para llegar a su propio conocimiento. También puede haber factores en la herencia familiar sobre los que no tenemos control. Aunque no parezca justo somos los herederos de conflictos y complejos de familia que han cristalizado a través de muchas generaciones y a menudo actúan como algún tipo de fatalidad. Si tales conflictos han permanecido mucho tiempo sin resolverse, nos podría faltar movilidad para escoger, o evitar, ciertos acontecimientos y cualquier persona, indudablemente, posee mayor libertad de elección si no arrastra una herencia psicológica acumulada.

Liz Greene

«The Horoscope in Manifestation» /CPA Press, Londre, 1997/

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