Nos fue dada una capacidad creadora al hablar, un poder que permanecía olvidado por la gran mayoría y que ha sido rescatado para esta época. Por medio de la palabra y sus vibraciones podemos mejorar los distintos aspectos de nuestra vida. Una manera de utilizar el poder de la palabra es mediante los decretos. Los decretos se repiten tres veces: una para el cuerpo, una para el alma, una para el espíritu. No necesitamos espacios especiales ni altares, podemos repetirlos cuando trabajamos o miramos por la ventana, cuando cocinamos, la meditación vive en nosotros. Cuando asumimos la responsabilidad de meditar, estamos reconociendo que queremos superarnos y mejorar. Y cuando mayor es el grado de la responsabilidad asumida, comprendemos que fuimos creados para ser una fuente de bendiciones y cuidamos
cada palabra que sale de nuestros labios, porque nos reconocemos como depositarios de un inmenso poder, el que mediante el esfuerzo personal se acrecentará día a día.
DECRETO PARA ACOMODAR ENERGÍAS
Todo está bien. Yo estoy en paz. Estoy en paz conmigo, con mi cuerpo y con mis asuntos. Yo estoy en paz con mi mundo. Invoco a Dios en mí, para que se manifieste. Que Dios se manifieste en mi cuerpo, en mis asuntos, en mi mundo. Invoco al Orden Divino, deseo que todo se acomode según el Orden Divino. Acepto el Orden Divino en mí y en mis asuntos. Acepto que el orden divino se manifieste en todo este mundo. Me propongo vivir en paz. Ver al otro como una extensión mía.
Deseo contribuir a la paz.
Acepto que todos somos Uno
Marta Susana Fleischer