La alimentación saludable está en “MANOS” de las Pymes. En tiempos de grandes cambios para la humanidad, la cuestión de lo que comemos se ha ubicado en la orden del día. Motivaciones filosóficas, políticas, creencias varias, han influenciado y en algunos casos desvirtuado lo importante: La alimentación y la salud como ejes emparentados. De este modo y casi sin darnos cuenta, nos hemos visto envueltos en una revolución mundial, en lo que a alimentación se refiere. Todo esto es tan así, que los gobiernos en el mundo entero han tomado nota de ello, incluyendo a la Alimentación Saludable bajo formas de producción sustentables, en lo que se ha dado en llamar Agenda 2030. Pero sin ir más lejos, en nuestro propio país, recientemente, el gobierno ha anunciado que, como parte de esta nueva etapa de concientización e información para el consumidor, me refiero a la ley de etiquetado frontal, el Ministerio de Educación conjuntamente con el Ministerio de Salud, han comenzado tareas para el desarrollo de una nueva materia en la educación básica (primaria/secundaria), la que se denominaría Educación Alimentaria*2. En síntesis: la Alimentación saludable se ha transformado en una política de Estado a nivel Global. Es que lo que comemos además de afectar para bien o no nuestra salud, afecta nuestro ambiente, nuestro entorno. Algunos de los motivos para que los líderes del mundo desde el año 2015, hayan puesto entre otros, la alimentación saludable como un tema de Estado, van desde el alto costo que tiene para muchos gobiernos la Salud Pública, pasando por el mejor aprovechamiento de los recursos naturales, hasta el mismo recalentamiento Global.
Pero este tema no es en el que deseo profundizar, sino en los actores que de uno u otro modo estamos relacionados con este cambio. A mi modesto entender somos:
El Consumidor – quienes Elaboramos productos Alimenticios- El canal que debe ofrecer alternativas reales al consumidor (Retail).
Durante décadas y mediante artilugios publicitarios, la gran industria nos ha llevado por un camino de creencias erróneas, en el mejor de los casos. Muchas generaciones han creído que por consumir productos que en sus frentes anunciaban (y anuncian) “DIET, Light, Sin Azúcar”, estaban llevando a sus mesas productos saludables.
En este despertar que parece estar aconteciendo, como consumidores que hoy contamos con mayor información, es que nos damos cuenta de que esto no era, (ni es) así. Casos emblemáticos como los quesos untables, mayonesas, dulces – entre otros- dan cuenta de cuán equivocados estábamos. Al respecto y para quien desee interiorizarse hay abundante información científica sobre enfermedades relacionadas con nuestros hábitos de consumo. Hábitos que fueron impuestos a través de los años mediante mensajes publicitarios engañosos para mantener humeantes las super industrias. En este sentido basta con ver que aun, y a pesar de que la ley de etiquetado frontal está vigente, las Grandes Empresas mediante recursos legales siguen extendiendo los plazos de implementación, en un nuevo intento por “hacer” cambios, para que nada cambie.
Es de destacar que al mismo tiempo y con recursos abultados para Investigación de mercado, y publicidad, intentan mediante estos cambios aparentes, apropiarse de términos que denodadamente, quieren llevar al plano de lo Saludable.
Es así que aparecen en escena palabras o términos como: “A base de Plantas” “100% Vegetal”, “Veggie”, “Vegano” y aún en muchos casos inclusive, el sello Sin TACC (Sin trigo, ni avena, ni cebada, ni centeno). Sabemos que, en este caso, un producto sin TACC para quienes padecen de celiaquía, resulta “saludable” en cuanto a que no le generará la sintomatología propia de la enfermedad. No obstante, esto no significa que dicho sello sea como se quiere imponer, una “marca” en el terreno de la Alimentación Saludable. Mucho menos, que dicho producto sea SALUDABLE. Por momentos diera la impresión de que ha comenzado una batalla visual de símbolos que atacan la mente del consumidor, en el momento clave para decidir la compra. Símbolos que, mediante publicidad engañosa, o al menos falaz han llenado previamente de contenido, no siempre preciso. Claro está que este recurso nuevamente intenta captar a ese consumidor más exigente y cuidadoso en cuanto a alimentación y salud se refiere, muchas veces mediante la confusión, que lo lleva a pensar casi instintivamente que si es un producto a base de plantas “debe ser bueno para su Salud” o que, si no tiene TACC, esto implica un plus de calidad. Surge a partir de este análisis una pregunta obligatoria: ¿SON TODOS LOS PRODUCTOS A BASE DE PLANTAS SALUDABLES? La respuesta es: NO NECESARIAMENTE. Algunos de ellos son igual o más dañinos para nuestra salud que cualquier super o ultra procesado que vemos en el mercado. ¿Es el azúcar saludable? No, claro que no lo es. Y es un producto que se extrae de la caña. Podríamos decir que es 100% Vegetal.
¿Qué significa Producto a Base de Plantas?
Significa que es un producto elaborado con verduras, legumbres, cereales, etc. Que no contiene ingredientes de origen animal. Que es 100% vegetal. Eventualmente nos indica con qué está hecho. No “Cómo”. En segundo término, también podríamos decir que ni siquiera son productos que necesariamente se elaboran bajo formas de producción más sustentables, como se afirma muchas veces generalizando. Un claro ejemplo, es EL CASO DE LA SOJA, que como sabemos, su cultivo, provoca entre otros daños ambientales: los desmontes, el enflaquecimiento de la tierra mediante la absorción de sus nutrientes, contaminación etc. Una tierra que al cabo de unos pocos años quedará cuasi inútil. Como dato cabe señalar que el 55% de la tierra cultivable en nuestro país está bajo el dominio de la soja con las consecuencias ya mencionadas. Pero… entonces ¿A que llamamos Alimentación Saludable? Como definición general, entre otras muchas, podríamos decir que está compuesta por aquellos productos que nos brindan los nutrientes necesarios conforme a nuestra edad y actividad (consumo energético) generando bienestar y buena salud a nuestro organismo. Básicamente esta alimentación debe cumplir con ciertas características. Debe ser: Completa (Variada) Nutritiva (dotada de minerales, vitaminas, carbohidratos etc.) Equilibrada (debe mantener proporciones adecuadas entre sí) Rica (sus propiedades organolépticas generan bienestar en el acto de consumo) Natural (Lo menos intervenida posible). Quiero detenerme en este aspecto, ya que es otro de los términos muchas veces vapuleados por el Marketing aplicado, de la Super Industria. Volviendo a lo planteado inicialmente, debemos no sólo explicar con qué están elaborados nuestros productos, sino cómo. En este sentido podríamos decir que cuanto más cerca de su forma natural se encuentre ese producto final, más saludable será. ¿Qué es lo que desnaturaliza entonces ese fruto de la tierra? Simplemente la industrialización. Este aspecto involucra un factor que me gusta llamar IN/OUT. Entendiendo por IN (de puertas adentro) OUT (la relación con el medio ambiente). Un tema que en otra ocasión exploraremos y que es igualmente utilizado por la super industria bajo los términos “triple impacto” y “Economía Circular”. Sin dudas, palabras de “Gran Impacto”. Volviendo al tema, cuanto mayor es la industria, podríamos decir, menos saludable lo que produce. El Cómo se hace, es lo que nos da la pauta de la calidad de lo que comemos.
Responde entre otras cosas a: procesados (P), Súper procesados (SP), Ultra procesado (UP), de Laboratorio¡!¿? (LAB). En este último término incorporo signos de ¡! y ¿? ya que sólo me atrevo a afirmar una cosa: y es que creyendo que todo estaba inventado, ha llegado para quedarse bajo el formato de “A BASE DE PLANTAS y por qué no, SIN TACC”.
Para graficar sobre un eje lo mencionado más arriba, podríamos verlo de este modo:
Un Claro ejemplo para citar entre SP (Super procesados) y LAB (de Laboratorio), son todos los productos que imitan la carne (en todas sus formas). Pero aun también aquellos que no lo hacen y son desarrollados bajo formas de producción intensiva. Productos que, aunque mencionen que están hechos con vegetales, debiéramos preguntarnos: ¿Y qué más?, ¿Cómo se producen? En definitiva y para no extenderme, la gran Industria necesita producir centenas de miles o millones de unidades diarias, para lo cual utiliza todos los recursos posibles. Un ejemplo de ello es el desarrollo en las últimas décadas de ENORMES INDUSTRIAS que se dedican exclusivamente a la elaboración de aditivos. Colorantes, saborizantes, emulsionantes, estabilizantes, conservantes, etc.; destinados a la industria alimentaria, Un aspecto significativo en estos procesos es que van desnaturalizando las cualidades de los ingredientes y que tiene que ver con la cantidad de estos elementos utilizados en la producción. En pocas palabras difícilmente la industria llegue a fabricar productos verdaderamente saludables, aunque encuentre la forma de evitar los octógonos negros en sus packaging, reemplazando azúcares por ej. por edulcorantes artificiales o grasas mediante emulsionantes, etc. etc. Un producto saludable es casi propiedad intelectual de una Pyme, que interviene solo en procesos básicos, como lo haría cualquier persona en su casa. Esto es: Lavar, cocinar, mixear, mezclar, y darle forma. Pero además lo hace con ingrediente nobles. Alimentos reales que, no son sometidos a una indescifrable cantidad de procesos, entre los cuales se encuentran no sólo aquellos que desnaturalizan los ingredientes, haciendo que estos pierdan en gran medida sus características nutricionales, sino que sufren la incorporación de químicos, productos artificiales, para casi todo. Como dijimos al principio no sólo es importante con qué se hace, sino cómo se hace el producto en cuestión, siendo esto último determinante. Quienes nos dedicamos a elaborar productos “a base de plantas, saludables”, estamos convencidos de que dichos alimentos están en “manos de las Pymes”. Estos Productos son saludables para tu organismo, saludables para el planeta y saludables para las economías regionales.
Por Gabriel Trujillo
Emprendedor Pyme – Titular de Fast GOOD
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