¿Cambio de hábitos, y mejor vida?
En la columna del mes pasado, octubre, decíamos el cambio “Comienza por 1” = 1 mismo, 1 hábito, 1 vez a la semana…
Preguntita: ¿Cuán importante es conocer más a fondo algunos temas en relación a la alimentación, que si bien se suponen conocidos como tendencias, en algunos ámbitos, grupos de investigación, y espacios de divulgación, podemos afirmar que no tienen gran cabida en la mayoría de los mortales?
Es más lo que parece que lo que resulta ser.
Todavía hay un gran prejuicio acerca de algunos temas centrales, elementales en relación a la calidad de vida de la especie humana, lo que se busca desde una perspectiva consumista, con su procreación, vida y muerte, y lo generado en torno a una suerte de dictadura mediática respecto de unas minorías poderosas que deciden cómo y con qué es conveniente “alimentarnos”.
Se produce comida en volúmenes industriales, así como desechos, decidiendo hacernos parte de esa maquinaria masiva, tanto como actores consumidores, como generadores (en diferentes cargos, puestos y roles en las industrias productoras de comida, que vale decir, no implica que sean 100% alimento). Y a la vez, como subproducto de esa producción indiscriminada, se “producirán” por añadidura enfermedades, que la industria farmacéutica se encargará de «buscar la cura», cronificar o «curar»(¿?); o entre las mejores noticias, contarnos que tiene una serie de medicinas y tratamientos para el caso de una enfermedad, en teoría «terminal», que nos mantendrán con una calidad de vida aceptable, para sufrir lo menos posible, hasta que las mismas industrias determinen la muerte por suscripción de nuevos enfermos padecientes de la misma enfermedad, o sus variantes (porque también son industrias creativas).
Legitimación y aval
La minoría – creciente – que habla de una alimentación saludable, aun es escasa. Sobre todo en términos de un consumo estrictamente orientado a la prevención de enfermedades, o mitigación de las mismas, causadas por el consumo de alimentos industrializados, incentivados y posicionados a través de grandes y costosas campañas de publicidad “educativas” (¿?), que emanan generalmente del sector privado (en alianza con lo público en varias oportunidades), fundaciones y organizaciones gubernamentales con o “¿sin fines de lucro?, así como directamente surgidas de políticas públicas y globales de salud y alimentarias.
Y qué hago?
En lo personal abogo por una alimentación consciente “de todo” (lo que se dice, investiga y se hace en consecuencia), trato de educarme, informarme, desaprender y des aprehender algunos hábitos y creencias nocivas. El reto diario es incorporar hábitos que impacten constructivamente en mi salud física, mental y por ende emocional, para volverme un ser pleno y compartir la misma posibilidad. Algunos aquí hablan de felicidad, no me convence del todo el término en el actual estado de cosas a nivel mundial; pero si podemos decir que el ir hacia hábitos saludables es de las pocas acciones necesarias en la vida que llevamos, para sentirnos y pensarnos en un ecosistema que promueva la vida misma, y la igualdad de oportunidades para los seres que nos rodean.
Lo cierto es que no todos tienen acceso al conocimiento o información genuinos, entonces, hacer lo mínimo y necesario se traduce en promover e inspirar a una experiencia de vida sana, superadora de la experiencia del ser humano que nos toca ser, en cada espacio de actuación en que decidamos intervenir.
Somos una célula en un gran cuerpo, que es la humanidad. Yo decido si oxigenarme y por ende oxigenar e inspirar; o acidificarme y acidificar al resto de mis pares promoviendo la destrucción masiva de la especie que me tocó en gracia ser. Si miro alrededor, los seres vivos tienen una lógica por naturaleza asombrosa, que les permite mantenerse y sostener este ecosistema que los humanos vamos interviniendo. Si damos cuenta de ello y podemos intervenir para calmar esa espiral autodestructiva, como algo naturalmente instalado, habremos librado la batalla deconstructiva, para reconstruir y construir una especie mejorada a sí misma – también naturalmente –, y quizá similar en parte a sus orígenes.
Lo degenerativo podría no ser necesariamente algo natural, tal vez parte de un proceso, y como tal, un conjunto de actividades tendientes a producir algo; el tiempo y las acciones dirán si ha sido algo bueno o no.
No me interesa la eternidad física, y si acepto la finitud de la vida con buenos hábitos, entonces habré vivido plenamente cada momento, y me iré cuando mi naturaleza física se encuentre cansada de vivir aquí, y es muy probable que haya afectado positivamente a otros. Ahí se asoma la felicidad, está a la vuelta de la esquina.
Son decisiones muy cercanas, no hay que mover demasiado, ni pedir prestado, solo ser conscientes, y así llega el tan deseado “bien estar”.
Estar bien. (Y punto). Con uno y con los otros.
Por HuDU
Fernando Hechtlinger
Facilitador de Yoga Nidra @nanohecht (instagram) Insight Timer (app).
Escritor. Redactor (Inst. Eduardo Mallea). Generador y divulgador de contenidos.