Uno cuando empieza el año se llena de metas u objetivos (como quieras llamarlo), parece que nunca podemos descansar y dejarnos fluir, siempre hay que hacer algo ya que el tiempo nos corre. ¿El tiempo nos corre? Primero es necesario tomar consciencia que el tiempo es una frecuencia que se percibe con la mente, es un sistema matemático, con el medimos la duración o separación de acontecimientos. Podemos hablar de pasado, presente y futuro. Si nos detenemos a pensar el tiempo es limitado (nacemos…morimos), ahora bien, podríamos pensar que el tiempo nos corre, pero no es así, lo que nos corre es el simple hecho de querer sobrevivir, adquirir y cuantificar cosas materiales, nuestro afán de POSEER. Muchas veces nuestros sueños u objetivos son: tener un auto, tener una casa, tener una familia, tener unas buenas vacaciones, tener una carrera, tener un buen trabajo, tener, tener, tener… Y corremos con el tiempo para alcanzar todas esas metas. Trabajar 8 horas todos los días, más las horas que perdemos por culpa del tránsito, más llegar a casa y ocuparnos de la comida, los hijos, el novio, el perro, etc. Como consecuencia vivimos expuestos a tensión, angustia, apuro, preocupaciones (muchas veces exagerada), cansancio físico, mental entre otros síntomas. La ansiedad que nos produce el tiempo hace que estemos en una mezcla de sensaciones: impaciencia, incertidumbre y temor. Este estado ansioso hace, muchas veces, que terminemos con un estado de estrés, es decir que nuestro organismo se coloque en un estado de alerta máxima y así generar taquicardia, tensión muscular, aceleración del ritmo respiratorio. Y sin olvidarnos de la famosa crisis (ataque) de pánico, una reacción de defensa disparada por error, ya que se produce cuando nuestra respuesta de lucha/huida (efectos dirigidos para preservarnos ante la amenaza) dirige la atención a “supuestas” fuentes de peligro real y como nuestra mente no la encuentra pasa a buscarla hacia adentro encontrando una manera automática en respuesta a ese “peligro” como ser un ataque de pánico, miedo a perder el control, a desmayarse, a ahogarse, etc. Por algo estás enfermedades se las llama “epidemias silenciosas del siglo XXI”, no sabemos parar, nos sobre exigimos tanto que terminamos lastimando a nuestro cuerpo. Todo es tiempo, son muchas cosas y no nos alcanza. El tiempo y las Flores de Bach Pero llegan las vacaciones (si tenemos tiempo) y por fin dejamos de lado la rutina y nos emprendemos en el viaje de vacacionar. Llegamos a destino y nos puede pasar que nos cuesta desprendernos de la rutina, muchas veces quedamos enganchados en el trabajo, otras veces nos llenamos de lugares que queremos conocer (y venimos más cansados), etc. Y al final se nos pasaron las ansiadas vacaciones. Podemos entonces darnos cuenta de que el tiempo no nos corre, corremos nosotros tras él, vivimos tan apurados que nos olvidamos muchas veces de lo primordial, nos olvidamos de vivir el presente. Creo que es hora que tengamos un res- piro, que tomemos consciencia para que estamos en este mundo. Sería una utopía pensar en liberarnos de todas esas cargas y pensar solo en el disfrute de la vida o para decirlo más filosófico en el propósito de nuestra alma, pero sería irreal, tenemos responsabilidades como también prioridades y creo que la primera prioridad esta en vivir lo más liviano posible, con esto quiero decir, dándole valor a lo importante, a lo verdadero, empezar a soltar mochilas y vivir el presente. ¿Cómo vivir en el presente? Te invito en estas vacaciones a intentar vivir el presente el mayor tiempo posible. Un buen ejercicio es conectarte con el lugar en el que estas, estar consciente del momento. Mirar a las personas que amas, escucharlas atentamente, saborear el plato de comida, observar, disfrutar el momento. Tratar de retener todo ya que el ahora es irrepetible. Tomar consciencia de manejar el tiempo y no que el tiempo nos maneje. Aprender a valorar el presente y dejarnos fluir. Aprender a desligar, a soltar y para esto resulta muy bueno tener una escala de prioridades y basarnos en que todo lamentablemente no se puede hacer. Lo importante es reconocer y poder elegir lo verdadero, lo que nos enriquece, lo que nos llena, y dejar de lado otras obligaciones que nos imponemos con el afán muchas veces de cumplir, quedar bien o ese “ego” nuestro de creer que solo nosotros lo podemos hacer. Para este cambio tenemos la suerte de contar con la terapia floral, en ella hay muchas herramientas que nos pueden acompañar en el camino para poder vivir “más presente”, a ser más consciente de nuestro propósito en esta vida. En esta terapia podemos encontrar flores como ELM para la carga excesiva, CLEMATIS que nos ayuda a concentrarnos en el aquí y ahora, WHITE CHESNUT que silencia nuestro diálogo interno, IMPATIENS regula nuestro tiempo interno con el de la vida, OLIVE para cuando tenemos mucho cansancio, ROCK WATER para la autoexigencia, WILD OAT la brújula del alma, WATER VIOLET para conec- tarnos con los demás, WILD ROSE despertar el entusiasmo, HONEYSUCKLE para no quedarnos en el pasado, MIMULUS para los miedos cotidianos entre otras. Como siempre digo, estas son algunas ya que la terapia es personal y cada uno tiene necesidades diferentes. La TERAPIA FLORAL nos da un estímulo para escuchar más a nuestra alma y acompañarnos en los cambios ayudándonos así a encontrar nuestro camino.
¡FELICES VACACIONES!
Namasté
Alejandra Giammarino
Terapeuta