El grito visceral representa a una poderosa voz que viene desde las entrañas y emana de lo subterráneo. Es singular y distinto al grito impulsivo, el que detona y suena como alarido. Aunque ambos liberan enojos, tristezas, alegrías, es importante establecer algunas diferencias. Gritar visceralmente es hacerlo desde el centro del cuerpo, la voz en grito brota desde el “hara”: zona corporal donde se acumulan nuestras reservas de energía vital, se sitúa entre el plexo solar y el pubis. De modo que, cuando la expresión emana de ese lugar, la potencia hace vibrar hasta los órganos. Es un acto valiente, osado, movilizador que trasciende la musculatura rígida, la que atrapa a las emociones muy guardadas. La voz en grito se lanza audaz traspasando las gruesas capas del ego y, cuando se arriesga a derribar defensas, encuentra una grata sorpresa: desenmascara el miedo, ese que yacía agazapado entre las vestiduras del ego, ese que, a fuerza de racionalizaciones, alimentaba anudamientos y bloqueaba la liberación.
En ocasiones sucede que la fuerza del grito se ve atascada en la garganta y, en lugar de soltar sonidos vigorosos, aparecen toses. Esta situación expresa un paso previo a la liberación y requiere de paciencia y perseverancia porque, probablemente, aún el miedo está vivo. Es un proceso que requiere templanza y nuevos intentos. Luego, se irán desanudando los hilos gruesos que atascan el camino. Desanudar requiere de un trabajo integral, porque los nudos, no solo se alojan en el cuello, sino que atraviesan el tronco, se expanden por el plexo solar y continúan con infinidad de bifurcaciones por el resto del cuerpo. Entonces para poder soltar lo atascado, es necesario habitarse desde las plantas de los pies a la cabeza. El recorrido comienza en los apoyos plantares, así, la confianza en la pisada dará la entereza y seguridad para potenciar la fuerza y, desde allí elevar la potencia hacia la garganta, entonces, con ese valor, se podrá gritar lo retenido. Al principio se soltarán sonidos, y, en la medida que se continúe entrenando este acto liberador se podrán expresar palabras significativas. En esta instancia se experimenta la integración porque la energía tensional se alinea con la psíquica -mental.
El grito visceral suele ser la llave de revolucionarias transformaciones. Una vez experimentado vuelve de manera espontánea y continúa el proceso de liberación en próximas etapas de la vida.
Por Alejandra Brener
Lic. en CC de la Educación/Ter. Corporal – Bioenergetista
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