Cómo puede salir adelante una sociedad que se autodestruye, anulando a los individuos que la componen, desencantándolos continuamente mediante mensajes negativos. En una colmena, todos sus ocupantes se manejan con un solo fin: la supervivencia como especie, lo mismo sucede en un hormiguero, o en el magnífico acomodamiento que llevan a cabo las distintas especies vegetales para adaptarse y sobrevivir. Los humanos nos matamos unos a otros, nos estafamos, odiamos, mentimos y atropellamos. ¿Pensamos que esta manera de vivir vale la pena, que comportándonos así puede haber un futuro deseable? Si nos vemos proyectados en la juventud, si cuando crecemos y maduramos tenemos la esperanza de un hijo a quien intentamos darle lo mejor posible para su desarrollo y bienestar; cómo puede ser que toleremos, impasibles, modas y conductas que –sabemos- los pueden llevar a un abismo… Tampoco valoramos mucho a los ancianos, los relegamos y desaprovechamos su experiencia y sabiduría, ser viejo equivale a un estigma. Quedándonos quietos, sin hacer nada, omitiendo y permitiendo, el futuro no vale la pena, nos estresamos, desmoralizamos, o nos quedamos encerrados en casa,
con miedo a salir. La solución no pasa por salir a luchar contra quienes –creemos- ya no tienen cura, porque en ese caso nos
convertimos en lo mismo que detestamos. Como ya lo expresamos otras veces en esta misma columna, la mejor solución posible es el cambio. Que cambiemos cada uno. De a poco, individualmente. Que de a uno restablezcamos la conciencia de la hermandad, del bien común. Que cada día nos demos cuenta –uno a uno- que si dañamos o estafamos al otro, nos dañamos y estafamos a nosotros mismos, ya que quebramos nuestro futuro. Si hoy toma conciencia una sola persona en todo el planeta, y mañana toma conciencia otra y pasado otra más, esa será la única posible esperanza de que haya un futuro y valga la pena vivir. Porque somos células –en este caso benignas- y contagiamos a las células que nos rodean. Y porque no hay fuerza que se oponga a alguien con ideales, centrado y con claridad en la acción apuntada al bien.
Marta Susana Fleischer