Del ser animal al ser de luz

Nuestra consciencia experimenta muchos estados de ser para aprender y evolucionar. Inicialmente tenemos un aprendizaje automático sin libre albedrío, hasta que llegamos al momento en que podemos dirigir nuestra propia evolución.

Vamos adquiriendo cuerpos e información, va aumentando nuestra capacidad de percepción, nuestra inteligencia y ampliándose el radio de acción de nuestra voluntad. Comenzamos por experimentar la materia en el Reino Mineral, donde tenemos un estado inconsciente, no alerta, semi- inerte, con muy poca sensibilidad. Comenzamos a operar en la densidad de la materia, en los límites que determina la forma, aprendemos los grados de libertad y las cualidades que esa nueva condición material nos permite.

Luego de un largo tiempo de experiencias con la materia inconsciente, obtenemos un cuerpo etérico que permite a nuestra consciencia individualizarse y diferenciarse mucho más. Entramos a experimentar la materia en el Reino Vegetal, donde nuestra consciencia -que adquiere un estado sub consciente- obtiene principios de sensación más desarrollados y comienza a experimentar la libertad de movimiento en la dimensión vertical. Aprendemos lo que significa crecer y expandirnos con la vida gracias a la energía que la anima.

En el siguiente paso obtenemos cuerpo emocional y órganos que permiten experimentar sensaciones. Nuestra consciencia despierta a un estado de alerta, nuestro cuerpo adquiere libertad tridimensional de movimiento, entramos al Reino Animal, al mundo del ánima o del alma.

Luego adquirimos cuerpo mental y encarnamos por primera vez como seres humanos, nuestra consciencia adquiere un estado de alerta deliberada, se despiertan nuestra razón y nuestra intuición. Nacemos inocentes, sin ninguna información, lo que nos hace vulnerables porque aceptamos y creemos verdadera, información que realmente es falsa, lo que nos convierte rápidamente en ignorantes. En seres muy reactivos, pasionales y egoístas a los que solo nos importa nuestra propia satisfacción. Con una animalidad original predominante no nos importa la vida de los demás y el universo nos utiliza para generar eventos de destino que impulsen los procesos evolutivos de seres más adelantados.

El proceso continúa y nos vamos al extremo opuesto en el que solo nos importa la satisfacción de los demás, desarrollamos un exceso de sentimientos y un sentido de sacrificio de nuestra felicidad por la de los demás. Como resultado del discernimiento que adquirimos entre lo que es falso y lo que es verdadero, a través de los errores que cometemos, errores que siempre producen sufrimiento, vamos obteniendo sabiduría. Esa sabiduría convertida en dones, virtudes y habilidades es la que nos conduce a encontrar y saber cómo mantener la felicidad.

Nos convertimos en seres neutros, respetuosos de la libertad de los demás, en discípulos que buscamos verificar la información de sabiduría que llega a nuestra conciencia. Acumulamos comprensión sobre el orden del universo y sobre el propósito de nuestra vida y nos transformamos en seres justos, humildes, serenos, capaces de generar armonía y acuerdos. Acumulamos cada vez más energía vital y nuestra consciencia cambia fundamentalmente de estado al transformarnos en seres sabios. Nacemos por última vez para iluminarnos y convertirnos en Maestros Ascendidos, libres de las limitaciones materiales y espacio temporales. Nuestra consciencia se vuelve continua, nunca más interrumpida por la muerte.

Fernando Malkún
www.fernandomalkun.com

Artículo anteriorEl extraño origen de los huracanes
Artículo siguiente«Yo hago lo que puedo, lo mejor que puedo…»

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!