Según la enciclopedia SAPIENS de la editorial SOPENA, “Huracán: viento muy impetuoso y terrible que, a manera de torbellino, gira en grandes círculos, cuyo diámetro aumenta a medida que avanzan separándose de las zonas de calmas tropicales donde se origina.”
“Huracán: mitología. Deidad de los quichés. El mayor de los hijos de Vgux-Kab, que representaba la tormenta.”
En ocasión de encontrarme de visita en el Museo Aeroespacial de Washington, tuve oportunidad de asistir a una conferencia, basada en las primeras fotos satelitales de la Tierra, donde se explicaba que los huracanes se originaban en Costa de Marfil, por las enormes diferencias de temperatura entre el cielo y la tierra. Esta explicación, más la aparición de un cacique indio como compañero de butaca, quién opinó sobre el tema, dio lugar a una parte de mi libro: “Crónica de un viaje a lo desconocido”, (Pág. 19 Cap.3) lo paso a transcribir:
-“Pero… no han tenido la más mínima curiosidad de analizar por qué se originan en Costa de Marfil y no en otro lado, justo en donde capturaban a los negros para embarcarlos en los galeones de esclavos.- expresó el caballero cherokee sentado a mi lado. Me quedé pensando en lo que había dicho con tanta convicción y le pregunté.
-¿Cómo sabe si eso que está diciendo es cierto? ¿Qué relación tienen los esclavos con los huracanes?
Él sonrió y giró la cabeza para verme mejor, sus ojos brillaban, luego continuó:
-Las diferencias de temperaturas son tan grandes en esa zona que el aire caliente del suelo sube a gran velocidad generando un espiral de viento, que luego se ha de mantener girando para después encaminarse con el mismo rumbo de los barcos de esclavos. Va directo a Cuba o hacia Haití. Se potencia, para finalmente entrar en el Golfo de México.-
Fue algo disparatado lo que se me ocurrió decir, para unirme a la locura de este hombre. –Es por el sufrimiento de esa gente ¿No?, perdón, no sé lo que dije…-
Continuó: -Sí, sí…! Pero usted… ¿Sabe de esas cosas? –Me miró de una forma muy profunda y con el ceño fruncido y siguió- -Sí, en efecto, es el sufrimiento de esa raza que quedó guardado, memorizado en esa parte del planeta. Porque la Tierra tiene inteligencia y memoria, es un “Ser” con vida, el hombre no lo cree y sigue sembrando sufrimiento. Esa memoria del dolor es peor que la contaminación atómica, busca más dolor, se alimenta de la energía de sufrimiento, lo genera… luego atrae a los “inorgánicos”.
Hubo un silencio y luego extendió la mano para saludar: – “Soy Jerónimo Juárez, como verá soy de los pueblos originarios y muy apasionado de estos temas”.
-Permítame presentarme –dije- soy Guillermo Konstantín, argentino, ingeniero y resido temporalmente en Baltimore, vine con mi familia.-
Él continuó: – Mis ancestros son del pueblo Cherokee, soy veterinario y fui director del Zoo de Cincinnati. Estoy acá para encontrarme con una persona; un científico de la NASA, pero… hasta ahora no se ha presentado. Si mañana no viene, tendré que regresar a Colorado.- Siguió mirándome con atención y preguntó: -¿Usted es consciente de lo que me dijo antes?, o lo dijo solo por decir; lo del sufrimiento de esa gente… de los esclavos…
Le contesté que eso que dije tenía que ver conmigo, porque estaba viviendo un ataque de pánico, stress para la medicina, que afectaba mi salud y si bien el médico no me había encontrado nada yo me sentía muy mal. Una señora de mi grupo me había dicho que lo mío se debía a eso… al sufrimiento de los esclavos. Que yo tenía “luz” y los atraía. Le dije que no creía en esas cosas, pero finalmente, iba a terminar creyendo.
Afirmó: – Créalo, créalo… porque es más grande el mundo de lo que no se ve, que el mundo de lo que no se puede ver. Lamentablemente este país sigue haciendo guerras, matando gente propia y ajena, aumentando el dolor y también la furia de los huracanes.-
Le pregunté sobre lo que él había dicho, que se contradecía con la explicación científica que habíamos escuchado recién, sobre el origen de los huracanes consecuencia del cambio climático:
–El viento no solo es aire que se mueve, el viento tiene un espíritu, es algo vivo, como…un animal; es el espíritu de la manada que el que decide, organiza y actúa. Al igual que los caballos, búfalos, elefantes… cuando hacen una estampida. Los mayores más viejos de mi pueblo, sus abuelos y a su vez sus bisabuelos, no recuerdan haber visto huracanes antes de la llegada de los primeros esclavos a América del Norte. Existió un viento muy fuerte en el Japón que hundió una flota de cuatro mil barcos del Imperio Mongol dispuesta a invadirlos, se lo llamó “el aliento de Dios” y se lo bautizó con el nombre de “Viento Kamikaze”.
Según la historia: Fue en dos intentos de invasión Mongol a Japón; en el año 1274, los ejércitos de Kublai Khan cruzarían el mar con 140.000 hombres en 4.000 barcos para masacrar a los japoneses. Los Samurai practicaban el Budismo Zen y en cadena de oración le rezaron a las deidades protectoras de Japón para pedirles que manden un tifón y así fue como acudió el “viento divino” que les hundió los barcos. Lo intentaron nuevamente siete años más tarde, en 1281, y volvieron a fracasar, porque nuevamente el viento fue convocado y volvió a hundirles los barcos. Esto los hizo desistir de invadir Japón por la superstición de que volverían a fracasar, atribuyéndoselo a la mala suerte.”
Es creer o reventar.
Por el Ing. Guillermo Marino Cramer
Autor del libro:“Crónica de un viaje a lo desconocido” Ed. DUNKEN
Email: skyjetar@gmail.com