Nuestra propia especie, al igual que decenas de millones de especies, forma parte constituyente de la biodiversidad. Y si bien hay una tendencia a fraccionar la naturaleza en tal o cuál especie de flora o fauna, es imprescindible revertir esta visión. Debe procurarse una concepción integral de la diversidad biológica y el ecosistema terrestre en relación a la calidad de vida de quienes lo habitamos y de las condiciones para asegurar y dar continuidad a la multiplicidad de servicios que nos provee.
La diversidad biológica comprende los diversos genes, especies y ecosistemas que constituyen el planeta. En la actualidad se asiste a una pérdida constante de biodiversidad que tiene consecuencias importantes en la naturaleza y el bienestar de las personas. Las principales causas son los cambios en los hábitats naturales, producidos por los sistemas de producción agrícola intensiva; la construcción; la sobreexplotación de bosques, océanos, ríos, lagos y suelos; las invasiones de especies; la contaminación y el cambio climático.
La biodiversidad es la base de la vida y de los servicios esenciales que brindan los ecosistemas. Por lo tanto, es el fundamento del desarrollo sostenible de la población en todos los sectores económicos, como la agricultura, la silvicultura, la pesca, la industria farmacéutica o el turismo, entre otros. Al detener la pérdida de la diversidad biológica estamos invirtiendo en la gente, sus vidas y su bienestar.
Está claro que sin un enfoque que coloque al ambiente en el centro de las políticas y decisiones económicas le será muy difícil a la Argentina entrar en un sendero de desarrollo sustentable. Parece imprescindible dar al ambiente el tratamiento de un activo o capital que rinda beneficios de distinto tipo a actores económicos y a la sociedad.
Sin ecología no hay economía: el 40% de la economía mundial depende de tener unos ecosistemas sanos. Y también es bienestar social, ya que de ella depende que se tengan medicinas, alimentos, textiles, entre otros beneficios.
La tasa de desaparición de especies en el último siglo es mil veces superior a la natural, como consecuencia del cada vez mayor impacto de las actividades humanas.
La destrucción de los hábitats, la extracción insostenible de los recursos naturales, las especies invasoras, el calentamiento global o la contaminación son algunas de las principales amenazas contra la biodiversidad.
La conservación de la biodiversidad supone pensar en todas las especies, por insignificantes, repulsivas o dañinas que puedan parecer, ya que todas tienen una función en el equilibrio natural.
La Argentina como integrante de esta misma nave espacial, el planeta Tierra, donde los hombres crean frontera y la naturaleza se encarga de eliminarlas, no ha permanecido al margen del problema de la extinción que, si bien no alcanzó características catastróficas, se agudiza día a día. Falta la toma de una real conciencia pública de la cuestión por parte de todos los sectores para que realmente se pegue un giro brusco de timón que nos aleje del peligro de perder en los próximos años los más significativos exponentes de nuestra flora y fauna autóctona.
La lista de especies amenazadas marca una alerta: 529 animales y 240 plantas. Encabezan la nómina las más sensibles a los cambios en sus hábitats, las de grandes requerimientos territoriales, las de valor comercial, y las de distribuciones restringidas. Muchas con poblaciones pequeñas, habitan ambientes deteriorados y están maltrechas por un sin fin de amenazas.
El Estado argentino debe elaborar un inventario de los recursos genéticos del país, creando las correspondientes bases de datos. Asimismo, deberá sancionar una ley nacional, acompañando las disposiciones de la Convención sobre la Diversidad Biológica, que proteja la riqueza genética de nuestro país para su beneficio sustentable y poder establecer un efectivo control con las correspondientes sanciones, en caso de incumplimiento respecto a su extracción y uso.
Sin duda, el futuro juzgará a este presente y lo recordará, entre otras cosas, por los progresos científicos y tecnológicos, pero será importante un gran esfuerzo para lograr que nos recuerde por negarnos a destruir la vida de la Tierra y con ello, haber hecho posible ese futuro. Es necesario resguardar el patrimonio natural, cultural y la biodiversidad de los argentinos. No sólo para los que estamos hoy, sino para las generaciones futuras<
Cristian Frers
Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista)
cristianfrers@hotmail.com