“Ir por más…” mis tres palabras preferidas, las que siempre aconsejo a padres que recientemente reciben diagnóstico
Para todos nosotros el autismo es un tema tabú, el No saber…Un diagnostico nos paraliza, pero nos empuja a saber… Comprendemos que todo lo que sabíamos hasta ahora debemos aprenderlo nuevamente, es como reiniciarnos.
Para todos nosotros nuestros niños son nuestros mejores maestros y nos dan clases de cómo llevar la vida, de qué manera amar, estudiar, relacionarnos, hasta nos alienta a comer de distinta forma. Qué pena sería pensar que, a partir de un diagnóstico, padres de personas con autismo – como es mi caso- no podemos hacer nada más que estimularlos y ver cómo les pasa la vida por delante…
Ahora bien, conocí la biomedicina para personas con autismo hace ya diez años, con el diagnostico de mi hijo menor.
Nuestra querida fundación, Bio Abordajes del Autismo, hizo que mi curiosidad me diera una licenciatura para ayudar sin límites a todos los que lo necesitaran, por esto, de aquí en más comenzaré a hablar desde otro lado, que no será el de “madre”, aunque siempre tendrá este toque.
¿Qué es todo esto? ¿Dieta? ¿Alimentación alternativa? ¿Tratamientos biomédicos? Hace un tiempo, leyendo un libro excelente del Dr. David Perlmutter (uno de mis favoritos), el cual releí varias veces, me convenció otra vez que no me he equivocado en tomar la decisión del cambio.
El autismo y su complejidad…
Los estudios demuestran que todos los niños con autismo presentan un amplio espectro de anormalidades gastrointestinales, como así también problemas digestivos. Todavía no podemos tener datos definitivos y concluyentes que nos ayuden a tratar el autismo de un modo reactivo y eficaz, de todos modos, ya disponemos de muchos más conocimientos y datos para aplicar y mejorar el estado de salud mental y física de nuestros niños.
Daño gastrointestinal (GI) en el autismo
Tradicionalmente la medicina ha considerado a los trastornos del espectro autista principalmente como alteraciones conductuales y su diagnóstico se ha basado y enfocado en aliviar las conductas desafiantes. Sin embargo, hoy, un gran número de personas dentro de la comunidad autista reconoce otros componentes, donde algunos problemas médicos concomitantes son muchas veces la causa o contribuyentes principales en las conductas en el autismo. Algunos de los problemas de salud más comunes observados son: Crecimiento excesivo de cándida y clostridia; incapacidad para desintoxicar toxinas ambientales y desarrollo de intolerancias en alimentos. Estos factores físicos y ambientales limitan la cantidad de nutrientes que llegan al cerebro y al resto del cuerpo generando daño al funcionamiento del sistema nervioso central, funcionamiento celular y metabólico, de ahí que si logramos corregir un poco todo esto se vean mejorías bien notorias en corto tiempo.
Cada persona con TEA presenta un conjunto de síntomas conductuales y cognitivos propios que varían en severidad. Muchos de ellos presentan síntomas médicos como eczema, diarrea, estreñimiento, ojeras profundas y dolores abdominales.
Ahora bien, la relación intestino-cerebro-autismo lleva tiempo en estudiándose:
Los problemas dietarios en personas con autismo, data de Leo Kanner en 1943, quien describía que varios de sus pacientes tenían problemas dietarios y de alimentación. Entre 1950 y 1951 diferentes estudios de Prugh, Padget Danes y C. Hans Asperger hablaban del comportamiento de personas con autismo respecto de sensibilidad al gluten. En 1971 Barry Goodwin reportó que sus pacientes con autismo poseían diarreas crónicas, así que optó por darles una dieta libre de gluten en donde redujo notablemente los síntomas gastrointestinales (GI). Paul Shattock en 1990 y K.L. Reichelt en 1991 en estudios sobre péptidos de la caseína (lácteos animales) y gluten fueron encontrados en la orina de personas con autismo. Especularon que estos productos contribuían en la causa de sus condiciones. En 1995 S. Lucarelli concluyó que los niños con autismo evaluados con endoscopia por síntomas GI poseían alergias. En 1999 K. Horvath halló una alta incidencia de intolerancia de lactosa y azúcar en sus investigaciones con pacientes con autismo. En 1998 Andrew Wakefield identifico hiperplasia nodular linfoide en el íleon en pacientes con autismo, en el 2000 propuso que la vacuna MMR causa patologías GI, incrementando la permeabilidad intestinal permitiendo que los péptidos opioides causen disfunción neurológica o encefalopatía. En el 2005 Tim Buie realizó un estudio en donde niños con autismo con endoscopia por síntomas GI tenían anormalidades digestivas de carbohidratos. Recientemente Tim Buie descubrió que el crecimiento del flujo gastroesofágico (GERD) y de esofagitis en personas con autismo provocan las alteraciones de conducta, así como agresión y autolesiones ya que el daño GI les provoca dolores.
Solo algo de historia para los que realmente piensan que este tema de las “dietas” son algo nuevo sin referencia histórica, y que aún no hay nada probado científicamente…pues bien, sépanlo que este tema tiene tiempo de ser estudiado<
Lic. Adriana Peralta
Lic. en Nutrición – Especialidad Biomédica
Maestría en Discapacidad
bioabordajesdelautismo@gmail.com