Toda queja es una demanda de amor

En su primera cita, un hombre y una mujer no se dicen toda la verdad. Ella llega emanando vaporosos perfumes insinuantes y con un bretel de su pequeño vestido negro levemente caído sobre el brazo. Y charlando, ella le “edita” una película de su pasado con la habilidad del mejor montajista de Hollywood.

La muchacha tampoco le va a revelar de entrada (“a mi me gusta irme de vacaciones pero sola, con mis amigas; si nos casamos te voy a obligar a que abandones tu bohemia “jipona” para convertirte en un Chicago Boy; te tendrás que aguantar a mi amigo del alma, un divino que siempre vive haciéndome insinuaciones sexuales pero no hay que tomarlas en serio; cuando papá me llama por teléfono, cualquier cita nuestra queda cancelada. Ah, me olvidaba, soy más egocéntrica que gata de mercería”).

El chico también va bien rasurado y con la camisa impecable, paga la consumición sin chistar y por supuesto, le oculta información vital (“ojo que yo soy más celoso que Otelo y más iracundo que estrella de cine en época de éxitos; cuando me deprimo no salgo de la impotencia sexual ni aunque me fumiguen con viagra; y el día quince de cada mes estoy tan pobre que los carteristas me tienen lástima y me dejan caramelos en los bolsillos. Me declaro a favor de la liberación femenina pero cuando se trata de mi novia soy más anticuado que tapado de momia”).

Si los amantes se mostraran tal cual son, no existiría el necesario período de idealización mutua que ha dado lugar a la frase “ el amor es ciego “. La legendaria psicoanalista Melanie Klein, descubrió que los humanos traemos desde el nacimiento esa tendencia inicial a disociar lo bueno del ser querido y expulsar o poner afuera de él lo malo que de entrada olemos pero no queremos ver.

Esa actitud es un mecanismo de defensa, tal vez una transferencia de viejas imágenes, necesaria para poder inventar un vínculo con ese planeta nuevo que se nos presenta con el cabello húmedo y las uñas recién pintadas. Y entonces nace la magia, ese sentir que ese otro ser nos remite con su pronta e interesada atención al paraíso flotante donde todo deseo era satisfecho de inmediato, y en el que no existía ningún registro de carencia. Pero el hombre-bebé crece y se da cuenta que no existe esa nena buena que lo gratifica y la otra mala que no lo atiende cuando él llora, sino que hay una sola mujer que da y quita y nuestro corazón es el sitio donde debemos integrar los dos aspectos (si se puede). Vivimos esta fase de desilusión cuando se nos produce un inevitable duelo y un conflicto de ambivalencia ante una pareja. “Parecía tan generosa y ahora notamos que para ella el mundo empieza en su pecho y termina en su espalda” declara Romeo decepcionado. Amamos y a veces odiamos, a la misma persona. Se dice en broma: “hay que enamorarse, se pasa un mes muy bueno”. El secreto para tener atisbos de felicidad tal vez se base en entender que aquel paraíso de la satisfacción total nunca volverá a ser encontrado. Que hay que dar sin esperar recibir, porque el otro o la otra tal vez no tengan la capacidad de darse cuenta (no se puede poner un océano en un vaso).

Hallar al ser soñado es una quimera inútil, falsa y frustrante, aunque tan solo sea por 24 horas. Recuerden lo que les ocurre a Julia Roberts y Woody Allen en la película Todos Dicen Te Quiero. Esto no significa no escuchar el reclamo de nuestra mujer, sino hacerlo desde otro ángulo, entendiendo que toda queja es en definitiva una demanda de amor. Algo que le estamos adeudando, y que tenemos que darle por más de 24 horas, y sin mentiras. Alguien aseguró que si los hombres permaneciéramos solteros nos moriríamos pensando que no tenemos defectos. A mi me gusta la frase que le escuché decir a un profesor, hace tiempo: “hablar es una necesidad, escuchar es un talento”.

Luis Buero es guionista de exitosos programas televisivos, como La Familia Benvenuto, Los Rodriguez, Señoras y Señores entre otros. Actualmente es docente en la Univ. de Morón y la Univ. de Belgrano, el ISER y APTRA; también dicta cursos por Internet

Luis Buero
luisbuero@tutopia.com
www.luisbuero.com.ar

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