Toses, estornudos y fríos extremos … noticias que te hielan la sangre. Venimos pateando un difícil inviernito aquí en el cul du monde. Congelados. Polarizados, diría. Estamos en todos los órdenes como “extremados”, y es una vez más, en la historia de la humanidad.
Nos dividimos en: Sí – No, blanco o negro. Sin lugar a las dudas, todo es YA! Y así se vuelve muy difícil aceptar la idea del otro, sobre todo cuando el otro está más que equivocado… (¿ven? Si me pasa también todo el tiempo!).
Nos fuimos un poco “al ripio” tocando los bordes del camino. Y pensar que desde hace tanto las enseñanzas positivas para la humanidad nos vienen advirtiendo que el Otro es UNO mismo viviendo experiencias. Qué pasaría si en verdad nos reconociéramos en el otro, entendiendo que no hay una sola forma de ver la vida. Que no hay separación. Que el otro es un igual a mí? Cuanto mas piadosos seríamos con ese otro, que es yo mismo. Claro, si en verdad fuésemos buenos con nosotros, piadosos con nosotros… Quizás revisarnos sería un buen reinicio, un alto el fuego. Qué sacudida al espíritu estamos viviendo (Dios mío!).
Pero qué nos queda para contrarrestar este “Sí- NO ¡YA!”, que nos altera los días…?
Una amiga amada en otra parte del mundo me dijo: Tuve que parar, hice dieta de celular.
Volver a nosotros, resguardarnos, como propone el invierno. Revisar en qué la venimos “pifiando”, quizás sea una buena manera de atravesar estos momentos. Por lo pronto, parar un poco no nos vendría mal, juntarnos con lo que nos gusta con quienes nos quieren, hablar lindo, mirar bien… reconocer el interior divino ahora que las hojas han caído. Pensar en la paz y obrar bien. Quizás sea todo lo que tenemos.
Por Cecilia Andrada – Directora