De alguna manera, hay personas que se replantean el “vivir mejor” y se han marchado al campo o a pocos kilómetros de la ciudad donde pueden cultivar la huerta, pisar el verde, ver la luna y hasta hacer comidas en un horno de leña. Y así el mundo va cambiando. Los japoneses acaban de descubrir la siesta, y pagan seis euros por una siestita de 20 o 30 minutos. En España, una cadena de masajes ofrece un servicio similar, con manta y masaje incluido, por cuatro euros. Ahora, en Estados Unidos llaman a “nuestra siesta” de toda la vida, el “power nap”, y viene avalada por estudios médicos y psicológicos que demuestran 20 minutos de siesta aumenta la productividad y reduce errores y accidentes en el trabajo. Desde entonces, empresas como Levi Strauss, Ben & Jerry o Mac World Magazine han estrenado sus “nap lounges” (salones con sillones acondicionados para “descansar” después de la comida).
En Austria triunfa la Sociedad por la Desaceleración del Tiempo, que busca la piedra filosofal, el eigenzeit (el propio tiempo); en Japón, el Sloth Club con su eslogan Lo lento es bello; Italia lidera el lidera el movimiento Slow Food en el mundo contraponiéndose a la filosofía del sándwich y cualquier otra comida rápida; en Estados Unidos, Take Back Your Time aspira a convertirse en una plataforma social de activistas del tiempo. Y mientras tanto, aparece el Cittá Slow, una red de ciudades (más de 80 alrededor del mundo) que apuestan por desacelerar, reducir al mínimo la presencia de coches, recuperar la calle para el ciudadano y hacer la vida más fácil.
Todas estas filosofías, movimientos o asociaciones tienen en común una nueva escala de valores que podría resumirse en tres puntos: trabajar para vivir y no vivir para trabajar ; disfrutar el presente y sacar tiempo para aprovechar lo que tenemos, y quitar el pie del acelerador e ir más despacio . Estos preceptos que pueden sonar muy sensatos y que a todos nos gustaría probar, aún tienen que luchar contra el descrédito que supone la lentitud en la era del kilobyte por segundo, y la premisa cultural de que ser lento es ser tonto.
Andrea Busceme
Periodista y psicoterapeuta gestáltica & holística
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