Cada persona es portadora de al menos diez microorganismos (principalmente bacterias) por cada célula de su cuerpo. Estas bacterias conviven con la persona desde el momento del nacimiento y la acompañan durante toda la vida, habitando normalmente sobre la piel, las vías respiratorias, el intestino, las cavidades bucal y vaginal, etc. Cada una de estas poblaciones o conjunto de bacterias habitando una determinada parte del cuerpo se denomina microbiota. Así tenemos la microbiota de la piel, la microbiota intestinal, etc. En particular, la microbiota intestinal interacciona con los integrantes del sistema inmunológico (macrófagos, linfocitos, células presentadoras de antígenos, etc.) localizados sobre la mucosa intestinal y con el denominado “segundo cerebro”, conjunto de neuronas que tapizan el tracto gastrointestinal y que en número son tantas neuronas como la cantidad de neuronas del cerebro. De esta interacción microbiota intestinal / sistema inmunológico / sistema nervioso, resulta en buena medida cuán bien o cuán mal es la salud física y mental del individuo.
La microbiota en general, y la intestinal en particular, hace de nexo entre el medio externo a través de los alimentos que ingerimos y el medio interno a través de su interacción con el sistema inmunológico y el segundo cerebro. Esta interacción permite, a su vez, la comunicación con el sistema nervioso central (es decir, con el cerebro propiamente dicho) y su modulación a través de sustancias (muchas de ellas fabricadas o modificadas por las propias bacterias intestinales como el neurotransmisor serotonina) que migran desde el intestino hacia el cerebro a través del torrente sanguíneo y/o a través de ciertos nervios, como el nervio Vago, impactando sobre la actividad neuronal y cognitiva de la persona.
Formando parte del conjunto de bacterias intestinales beneficiosas para la salud de las personas están los probióticos. Una clase novedosa de probióticos en nuestro país, está representado por bacterias del género Bacillus que tienen la particularidad de formar esporas muy resistentes. Las esporas poseen la robustez de una roca y la latencia y vitalidad de una semilla. Estando el Bacillus probiótico como espora, es inerte y resistente (no requiere refrigeración y es sumamente estable) pudiendo incorporarse a diferentes alimentos más allá de los probióticos lácticos tradicionales derivados de la leche (yogures probióticos). La espora probiótica ingerida con algún alimento (sólido o líquido, frío o caliente) atraviesa, con la robustez de una roca, de manera exitosa el ambiente inhóspito del estómago y arriba totalmente viable al intestino, donde a la manera de una semilla germina dando lugar a la aparición del probiótico activo. Algo interesante de las tres clases principales de Bacillus probióticos existentes en el mundo (B. coagulans, B. clausii y B. subtilis), aparte de sus efectos beneficiosos a nivel intestinal, es el hallazgo reciente de sus efectos saludables sobre el sistema nervioso. A los probióticos que actúan mejorando la salud mental de las personas se los denomina psicobióticos. Dos grupos de investigación independientes, uno de ellos en Inglaterra trabajando con el probiótico B. subtilis PXN21 (Probiótico Bio-Kult), y otro grupo de investigación de Argentina, trabajando con el probiótico B. subtilis DG101 (Probiótico Kyojin), demostraron en modelo animal la capacidad de B. subtilis de enlentecer, desde el intestino del hospedador, el envejecimiento natural de las neuronas, manteniendo la actividad y plasticidad de las mismas pese al paso del tiempo. Más aún, estos estudios del efecto psicobiótico, neuroprotector, de B. subtilis se extendieron al estudio del Parkinson (ambos grupos de investigación) y del Alzheimer (grupo de Argentina) en modelo animal. En ambos casos, B. subtilis fue capaz de impedir en más de un 85 % la formación de agregados de la proteína alfa-sinucleina (cuerpos de Lewy) y el depósito del péptido beta-amiloide, típicos de las enfermedades de Parkinson y Alzheimer, respectivamente, mejorando considerablemente el estado de salud física y mental del animal modelo de estudio. Ambos estudios científicos deben aún ser validados en seres humanos, pero ante la ausencia actual de medicamentos o tratamientos para prevenir o combatir el Parkinson y el Alzheimer, se abre un voto de confianza sobre la efectividad de los probióticos a base de esporas de Bacillus subtilis para ayudar en el combate contra ambas enfermedades neurodegenerativas y otras formas de demencia en seres humanos.
Roberto Grau
Dr. en Bioquímica – Prof. de la UNR e Investigador del Conicet
– Francisco M and Grau R (2018). Probiotic Bacillus subtilis prevents alpha-synuclein aggregation and extends the healthy lifespan in Parkinson disease model Caenorhabditis elegans. Advances in Alzheimer & Parkinson therapies and AAT-AD / PD Focus Meeting. Turin – Italy, 15 – 18 March.
– Cogliati S., Clementi V., Francisco M., Crespo C., Argañaraz F., and Grau R. (2020). Bacillus subtilis delays neurodegeneration and behavioral impairment in the Alzheimer´s disease model Caenorhabditis elegans. J. Alz. Dis. 73 (3): 1035-1052. Doi: 10.3233/JAD-190837.
– Goya M, Sue F, y col (2020). Probiotic Bacillus subtilis protects against alpha synuclein aggregation in C. elegans. Cell Rep (30)2: 367 – 380.