Vení primavera, te estamos esperando, como te necesitamos hoy primavera! Más que nunca te necesitamos. Pienso, pensamos, aunque si pensamos y hacemos memoria, tantas hemos pasado juntos y separados. Qué deberemos aprender digo yo? Cuál es la prueba ésta, que se repite constantemente como las olas de mar, da la vuelta y no permite levantarnos? Qué se yo -ciudadana de a pie- que trato de aportar mi granito de arena, y alguna semilla buena para que brote. Como vos, que tratás de aportar al bien, claro…
Hace unos días un profesor de meditación, al teléfono, reflexionaba conmigo preguntándose, si era posible hoy tomarse ratos para pensar en uno, y en los demás. Él estaba un poco tratando de volver al eje, me contaba sobre la agresión y la pelea que a veces vivía y que se encontraba defendiéndose, dando explicaciones innecesarias sobre su trabajo y elecciones… un poco lo que nos pasa a todos… (todas y todes). Parecería que como no podemos con nosotros mismos queremos arrasar con el otro… Es que sigo buscando la explicación afuera y no la encuentro…
Hoy entré en mi oficina y reparé que en una pared colgadita estaba “La gran invocación”, una oración de unión que pide por la pacificación, no pertenece a ninguna religión en particular. Allí parada la dije, me salió para adentro, casi entre dientes, la oración es para todo lo vivo en el planeta, porque finalmente todos nos pertenecemos. Y esta es “la cosa”.
Amigate – me dijo un amigo – amigate con uno distinto a vos, míralo, mirá que ama como vos, que tiene miedo como vos, que se ríe y quiere ser feliz. Respétalo. Respetá a uno tan siquiera…
Y quizás así, de a uno en uno, se reestablezca esta unión nuestra de este lado del planeta, donde el lejano dólar nos marca, el fondo volvió a dejar de ser el de una casa, y sin embargo todavía nos alegramos porque ya llega la primavera.
Perdón, lo siento, gracias, te amo.
Cecilia Andrada / Directorio