Estoy recibiendo muchas consultas sobre la conducta y emociones en los gatos. Las agrupamos con el nombre de “estrés”, pero tanto las causas, como los síntomas y consecuencias son diferentes y dependen mucho de la personalidad de nuestros felinos. Es un tema tan importante como extenso, así que amerita varios artículos. Las consultas en general van de la mano de las consecuencias: se lame mucho hasta dejar zonas peladas, se arranca los pelos, se rasca y aparecen granitos, orina y defeca fuera de la bandeja sanitaria, orina en la cama, está muy agresivo, no quiere comer, está muy triste… y podemos seguir en esta línea. Algunos tratan a estos gatos suprimiendo los síntomas con corticoides, antibióticos, psicotrópicos, tranquilizantes. No lo aconsejo. Sólo logran tapar el problema y agravarlo en el futuro. Aquí tenemos un denominador común a toda esta variedad de síntomas: EL ESTRÉS. Vamos por partes. El estrés es una respuesta adaptativa del organismo ante situaciones que suponen un desafío o una amenaza. El estrés puede ser positivo si ayuda al animal a superar la situación, pero puede ser negativo si la situación se prolonga en el tiempo y el animal no es capaz de adaptarse. En este caso, el estrés se vuelve crónico y puede causar problemas de salud y de comportamiento en nuestro gatito. También puede pasar en cualquier otro animal, incluido el hombre. Los gatos son animales muy sensibles a su entorno y a los cambios que se producen en él. Algunas de las causas más frecuentes de estrés en los gatos son: Cambios en la rutina, una mudanza, una visita al veterinario o la llegada de un nuevo miembro a la familia (humano o animal), vacaciones, ida a un pensionado, viajes, gatos vecinos que invaden su territorio. También la falta de enriquecimiento ambiental, como un espacio reducido, pocos juguetes o estímulos, o una mala calidad de la comida o del agua. Socialización insuficiente, como un aislamiento prolongado, una falta de atención o de cariño, o una convivencia conflictiva con otros gatos. Sobre estimulación, como un ruido excesivo, un tacto inadecuado o una exposición a estímulos desconocidos o amenazantes. Todo esto y algunas cosas más son los detonantes de lo que luego serán las respuestas individuales. Esto depende de su personalidad, su forma de ser, su forma de reaccionar, su temperamento. La homeopatía estudia mucho este aspecto y es el camino para la curación. Por supuesto que eliminar la causa cuando se pueda, o lograr una mejor adaptación al cambio es importante, pero también lo es elegir el mejor remedio homeopático que lo equilibre, logrando la armonía en esa familia. Hoy trataré alguno de estos casos y en futuros artículos iré abordando otros. La llegada de un nuevo gato a la casa puede ser una experiencia muy enriquecedora tanto para nosotros como para nuestro gato, pero también puede ser una fuente de conflicto si no se hace en forma adecuada. Los gatos son animales territoriales y sociales, pero también muy selectivos con sus compañeros. Por eso, debemos respetar su ritmo y su personalidad a la hora de presentarlos y de facilitar su convivencia. Cuando ingresemos a un nuevo gato a la casa, debemos seguir estos pasos: 1. Preparar un espacio separado para el nuevo gato, con su propia cama, comida, agua y arenero o bandeja sanitaria. Dejar que el gato residente se familiarice con el olor del nuevo integrante a través de una manta o un juguete. Dejar que los gatos se vean a través de una puerta o una barrera, pero sin contacto directo. Ofrecer premios o comida a ambos lados para crear una asociación positiva. Hacer intercambios de territorio, dejando que el nuevo gato explore la casa y el gato residente el espacio del nuevo gato. Vigilar sus reacciones y evitar que se peleen. Hacer sesiones de juego supervisadas, con juguetes apropiados para cada uno. Reforzar las conductas positivas y separar a los gatos si hay señales de agresión. Tener paciencia y no forzar la convivencia. Cada gato tiene su propio ritmo y personalidad. Respete sus necesidades y dele mucho amor a ambos. Se pueden utilizar también feromonas sintéticas o música relajante, pero lo más importante es darle el remedio homeopático que corresponda. Hay muchos y muy buenos, pero será el especialista veterinario homeópata quien lo estudie para elegir entre tantos el mejor tratamiento. Recordemos que hay remedios para la forma de ser y otros para la forma de estar. En este caso depende de las circunstancias. En resumen, una aproximación tranquila, un medio ambiente relajante, con espacio y juegos y sus remedios homeopáticos. Mejorando y equilibrando todo esto, los síntomas irán desapareciendo sin necesidad de suprimirlos. Si ya hicieron todo mal y las peleas y nervios son el pan de cada día, será la homeopatía la que ayudará a lograr la armonía. Hasta la próxima con Salud y Alegría.
Por Mv. Jorge S. Muñoz
Médico veterinario homeópata
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