La Argentina agoniza de profesionalismo banal.

Muchos profesionales con visión mercantilista son expertos sobrevalorados, que quintuplican los ingresos y no producen ni la quinta parte de lo que crea una persona inteligente, con experiencia y carácter o un buen profesional. Está claro que no todos los profesionales y especialistas caen en esta categoría, pero, sí muchos y en las últimas tres décadas se volvió tendencia. Cuando uno se encuentra con un profesional, “de la vieja escuela” nos alegramos de que no haya sido contaminado y estropeado por la nueva mentalidad mediocre y mercantilista de “Los nuevos Profesionales”.
En Argentina se adolece y se muere por ese tipo profesionalismo. Muchos médicos, abogados, contadores, ingenieros, arquitectos, diseñadores, etc. Terminan siendo excelentes profesionalistas que cobran fortuna y no resuelven casi nada, cuando no la complican o sólo se resuelve lo que de todos modos se iba a resolver, cuando no se entorpece u obstaculiza el desarrollo normal de los acontecimientos. Hoy en día está claro para muchos que este tipo de profesionales, no resuelven o cumplen una tarea diligentemente, si no que se dedican a sembrar trabajo para el futuro.
Porque mientras más difícil sea para uno, más negocio es para este tipo de profesional. Un Psicólogo de vocación intentará ayudar a su paciente en forma profesional y eficiente y la remuneración por la tarea es lo que viene por añadidura, un profesional mercantilista banal, intentara que esa ayuda llegue en pequeñas cuotas que hagan que el paciente sea un socio vitalicio de su economía personal. Si puedo ponértela muy difícil como abogado o contador, puedo cobrarte mucho más y si te resuelvo un problema de salud, mientras te creo 4 o 5 problemillas nuevos es probable que nos veamos muchos más seguido, aunque te salga mucho más costoso.
Si se gana una licitación para una obra, no basta con sobreprecios y/o bajar la calidad de los materiales, tengamos claro que con la obra se gana una vez, pero con los arreglos constantes por los errores cometidos, se puede ganar siempre. La obra dura un par de años y el mantenimiento y reparación más de un par de décadas, entonces no es muy buen negocio, hacer las cosas bien para este tipo de profesionalista. ¿Si se cobra jugosas comisiones por endeudar a una institución, provincia o país, porque no habrían de hacerlo?
La mayoría de estos “Profesionalistas”, está a la caza de puestos en empresas prestigiosas multinacionales y corporaciones, donde son entrenados como verdaderos sicarios o como corsarios al servicio de una corona que desconocemos. Pero muchos, una vez obtenido el empleo, salen a la caza nuevamente de otros empleos, como si fueran medallas o trofeos para colgar en un CV. La mayoría se especializa en ser excelentes profesionales de la apariencia, la imagen y la presencia, sin importarles la especialización, eficacia o experiencia en el tema de su profesión. La vocación, es la caza de empleos prestigiosos.
Una Pyme que quiere contratar, convocar o llamar a un profesional, no sabe que implica una decisión muy arriesgada, con un muy alto costo de entrada y salida, pero, sin una real garantía de resultados, ya que profesionalismo banal, mercantilista e irresponsable crece y se expande como una epidemia dando lugar a espacios de culto del profesionalismo, a hábitos de los profesionalistas, a consumos todos muy similares. Qué van desde bares, restaurantes, clubes, anclándose a lugares de pertenencia donde pavonearse, mostrando una gran vocación por los placeres y la ostentación. Redes sociales, estados bancarios, autos importados, tarifas en dólares, comisiones altísimas y estrategias para mantener cautivo a los clientes son la moneda corriente. Porque lo importante no es que vengan, sino que vuelvan y que siempre estén volviendo. 
Ser profesionalista se estudia, se practica, se entrena, se coachea, todo de tal forma que no importa lo que hayas estudiado como carrera, e incluso no importa si has estudiado una carrera, puedes llegar a ser un gran profesional del profesionalismo. La Argentina se muere de profesionalismo banal, mercantilista e irresponsable, su identidad se muere, su historia se muere y desaparece en manos de historiadores profesionales a sueldos. La Argentina se desinforma con profesionales “al sobre”, deformadores de opinión.
La Argentina se muere de profesionalistas y de psicosis, las autoridades profesionalistas han perdido el prestigio, el respeto y la vergüenza y los ciudadanos su categoría de tal. Se somete a un país a vejaciones, pero eso sí, con un toque muy profesional, porque hay que dar el ejemplo. Si eres profesional, estarás de acuerdo y si eres un profesionalista no creo que lo entiendas. Pero cuando necesitemos resolver un problema, no busquemos un “profesionalista”, busquemos un ser humano capacitado en su vocación

Por Ignacio Conde
iconde@fyn5.com

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