Dicen que todo cambia, que lo único permanente es el cambio. Y sí… el cambio generalmente se da de improviso y al unísono, pero todo cambia. El resultado final del cambio será para bien. Veamos. Actualmente hay dos mundos conviviendo la vez y sus integrantes se chocan e Inter penetran. Muchas veces quienes pertenecen a un mundo, desconocen la existencia del otro. O no les interesa conocerlo. O no les sirve. O no están preparados para hacerlo.
Hay todo un mundo viejo cuyos moradores se aferran a él, a sus pautas antiguas de supervivencia. Es un mundo cuyas bases de sustentación son endebles; con lo cual es previsible suponer que no podrá proyectarse en el tiempo. Me refiero al mundo de la forma de pensar egoísta: “que todo el resto se hunda, con tal de que yo me salve”, que es también el mundo de “yo robo, total todos son unos ladrones”. El viejo mundo es el de la irresponsabilidad, la especulación; el mundo donde la falta de amor se manifiesta en acciones y pensamientos. Un mundo así, por fuerza, cambia. Porque se destruye a sí mismo.
El otro mundo -el nuevo- el de la superación noblemente entendida, el del respeto por la gente, el de la responsabilidad asumida en las actitudes públicas y privadas, cuando cambia, lo hace para bien.
Por eso, aquellos que consideran que están viviendo en este mundo nuevo, que ya están subidos a la barca de este otro mundo; no tienen que desesperar. Solamente tienen que concentrarse en lo suyo y saber que con esas actitudes prosperarán.
Cada mundo se compone de las personas que lo integran y cada una de esas personas CREA la realidad. De esta manera se compromete el futuro.
Hay en estos momentos grupos de personas que bregan por preservar al planeta, hay gente que se une solidariamente para rescatar, curar a víctimas, de guerras, de hambre, de desigualdad. Están los que se juntan para enviar pensamientos de paz. Y están los que trabajan cada día y hacen lo mejor que pueden, aunque lo que ganen no alcance. Otros fabrican o venden productos cuidando que no dañen, comprometiéndose con lo que hacen produciendo para el bien de todos. Hay médicos, profesionales, comerciantes, servidores públicos, artistas maestros, empleados (y desempleados), que brindan amor y entrega en lo que hacen, a la vez de que se ganan la vida. Todos ellos viven en este mundo nuevo, el que está destinado a prosperar. Solo una sociedad así puede sostenerse en el tiempo. Y quienes la componen no deben mirar a los costados y dejarse llevar por la fuerza aparente de un mundo en decadencia. Solamente tienen que continuar en lo suyo sabiendo que van por el buen camino. Juntándose para fortalecerse unos a otros y predicar con el ejemplo. Un mundo nuevo no se hace de un día para el otro, pero si se forma con cada una de las partes que lo componen. Mientras tanto habrá que ir preparándose para los cambios.
Marta Susana Fleischer