Aunque no se suele dar importancia a las peleas entre hermanos, por comunes, un estudio realizado en EEUU con más de 3.000 niños ha revelado que las agresiones de los hermanos tienen el mismo efecto nocivo para la mente de los pequeños que las agresiones entre iguales, también conocidas como acoso escolar o bullying. Los expertos alertan de la necesidad de que cuidadores y padres tengan en consideración estos resultados.
Las peleas entre hermanos son tan comunes que a menudo son consideradas, simplemente, como una parte del proceso de crecimiento. Sin embargo, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de New Hampshire, en Estados Unidos, ha revelado que este tipo de agresiones están relacionadas con una salud mental significativamente peor en niños y adolescentes.
En algunos casos, los efectos de la agresividad de los hermanos sobre la salud mental de los niños están al mismo nivel que los efectos de las agresiones entre iguales, aseguran los científicos.
«Incluso aquellos niños que informaron de sólo una situación de este tipo presentaron un mayor deterioro de su salud mental», afirma Corinna Jenkins Tucker, profesora de ciencias de la familia de la UNH y autora principal de la investigación, en un comunicado de dicha Universidad.
Los resultados obtenidos han aparecido publicados en la revista Pediatrics y, según la especialista, demuestran que “la agresividad entre hermanos no es beneficiosa para niños y adolescentes, independientemente de su gravedad y de su frecuencia”.
Tan malo como el acoso
El estudio es de los primeros en analizar los efectos de la agresividad entre hermanos con una muestra extensa de edades y de distribución geográfica. De hecho, es único en tamaño y alcance, según la UNH.
Tucker y sus colaboradores – profesores de sociología y especialistas del Crimes against Children Research Center – utilizaron los datos de la llamada National Survey of Children’s Exposure to Violence (NatSCEV), una muestra nacional de 3.599 niños desde que éstos tenían un mes y hasta los 17 años.
A partir de esta información, examinaron los efectos de los asaltos físicos (con o sin armas o lesiones), de la agresión hacia la propiedad individual (robos o roturas de objetos propios) y de las agresiones psicológicas (como decir cosas para hacer sentir mal a los hermanos, asustarlos o mantenerlos a distancia) sobre los niños.
Se constató así que del 32% de los niños que informaron haber sufrido victimización por agresiones de hermanos en el último año, aquellos menores de nueve años que habían experimentado agresiones físicas leves presentaban una mayor angustia mental que los adolescentes victimizados del mismo modo.
En el caso de otros tipos de agresiones (psicológicas o a la propiedad) los niños más pequeños y los adolescentes se vieron afectados de manera similar.
Por otra parte, el análisis también constató que aunque se suele pensar que la agresión entre iguales (conocida como acoso escolar o bullying) es más grave que la agresión entre hermanos, los efectos de ambas sobre la salud mental de las víctimas no difieren.
Tomarse en serio estas agresiones
Tucker señala que un aspecto importante de esta investigación es que alerta a los padres y a los cuidadores para que se tomen en serio las agresiones entre hermanos.
«Si los hermanos se golpean entre sí, hay una reacción muy diferente que si eso ocurriera entre iguales», afirma. Esto se debe a que estas peleas «a menudo son vistas como normales o inofensivas. Algunos padres piensan incluso que pueden resultar beneficiosas, una forma de entrenamiento para lidiar con conflictos y agresiones en otras relaciones».
Sin embargo, los resultados obtenidos «indican que las agresiones entre hermanos tienen los mismos y graves efectos en la salud mental de los niños que la intimidación entre iguales», añade la investigadora.
Por esa razón, los autores del estudio sugieren a los pediatras que difundan esta información entre los padres, y que los programas educativos para padres pongan un mayor énfasis en la mediación en conflictos entre hermanos.
Laflecha.net