Hay en la vida momento para todo, para reírse, para llorar, para amar y para guerrear, hay momento para la salud y otro para la enfermedad…esa es nuestra condición como humanos, frágiles de cascara, a veces. Nos tocó tener que asistir a mi viejo, enemigo acérrimo con juramento de los doctores por pavada propia, de esas que todos conocemos y batallamos, y nos juramos que en nuestra vejez así no seremos…y luego lo olvidamos. Una vez metidos en la situación de correr al hospital pensando: “qué hago acá!!!”, el mundo se detiene y nos encontramos con una realidad diferente. Y no me refiero a la enfermedad del familiar o la nuestra…sino a los que eligen trabajar, dar su servicio allí. El hospital Fernandez es uno de esos lugares.
De qué te sorprendes? -me dirán- “no sabes que ese es un hospital de prestigio?¿ No sabías de la entrega y solidaridad de Medic@s y enfermer@s?”
Sí, sabía… pero ver las sonrisas, la paciencia, la palabra calma, el “estamos para servir”… en un momento difícil de la vida, en el que tenés ganas de salir escapando… no podes más que ser agradecido y consciente. En el hospital Fernandez, como en todos los hospitales públicos trabajan con lo que pueden, falta todo, menos talento. Lo que no hay te lo inventan con aire…Es magia? Y probablemente sea alguna energía especial que trabaja para la sanación.
A una sonrisa hermosa y cantarina, enfermera de terapia intensiva, le preguntamos: Cómo haces para trabajar con enfermitos y sonreír…?
-Soy mamá!- Nos contestó “Jaqui”- ese es su nombre.
Con el nombre de ella, en nombre de tantos otros, queremos agradecer el trabajo que realizan en este caso en el Fernandez, aunque sabemos que es el mismo que se hace en todos los hospitales del país. C.A. /CONVIVIR