¿Sabías que… si estirás el cuello hacia arriba y giras un poco sobre tu eje podrás ver una pintura mural en medio de un recorrido cotidiano como el de una galería en el corazón de Caballito?
La obra a la cual nos referimos es muy conocida entre quienes acostumbran a inclinarse en dicha posición. Sin embargo, hay algo curioso y particular en esta pintura.
Si bien la disposición del techo ha condicionado el espacio pictórico, hay algo más que parece vislumbrarse de fondo, entre líneas.
Hablamos de Hombre, espacio, esperanza, realizada en 1959, cuando era “innovador” pensar en la posibilidad de la exploración (o de la vida) en otros planetas que en la Tierra. Su autor, el artista marplatense Juan Carlos Castagnino -que cumpliría este 18 de noviembre 115 años- es uno de los pintores cuya experiencia mural incluye la participación con otras personalidades artísticas abocadas al muro, inclusive en galerías alojadas en otro barrio, como es el caso de Flores.
En esta obra particular – muy cerca al Parque Rivadavia- la escena brindada por el mural representa a la ciencia en desarrollo.
Se destaca con óleo el rol de su relevancia para concebir un mundo mejor. Así, mediciones con un compás, cálculos elípticos, palomas que vuelan sobre un cielo, una esfera en tonalidades amarillentas culmina en el horizonte a través de sus rayos rectangulares inclinados hacia arriba. Estos amarillos se complementan con azules y celestes que alojan al total de las figuras humanas y geométricas. La iluminación artificial que da con el mural genera una poética especial, como si los personajes se inspiraran también a través de su halo.
En el fragmento de la fotografía que nos acompaña podrán ver el hincapié de los escorzos* en la representación de cuerpos humanos, generando volumen. Su proyección ayuda a simular la profundidad del techo como si la escena continuara más allá de sus límites. No parece casual que Castagnino haya recreado un cielo apenas con algunas nubes; o que haya acentuado los pies donde las figuras hacen su apoyo. Los planos geométricos que constituyen bloques o escaleras a este cielo parecen sugerir que la idea de un futuro está en permanente construcción entre todas las figuras humanas (y no por una sola). El hecho de que haya pintado rostros genéricos, es decir, sin brindar un nombre propio para identificarlos ni rasgos específicos o estereotipados, nos propicia una instancia en la cual podemos identificarnos con cada personaje y así también formar parte de esa construcción.
Como podemos comprobar, la escena es mucho más que una pintura en medio de la urbanidad. Literal y metafóricamente encontramos una ventana al girar sobre nuestro propio eje y ver las cosas desde otro punto de vista. Hacer » pie » es difícil; pero, un poco más fácil, con esperanza.
¡Hasta la próxima!
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NR: *El escorzo es un recurso de la pintura, del dibujo y de la fotografía que se utiliza para dar la sensación de profundidad.
Por Lic. Belén Ballesta
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