Estar en el camino

Cuántas veces escuchamos decir de alguna persona que “está en el camino”. La definición no necesita otras explicaciones, la mayoría sabemos de qué se trata: alguien que intenta hacer “todos los deberes “y superar sus defectos para evolucionar, ascender, elevarse, iluminarse, o progresar como persona. No están de más algunas consideraciones al respecto. Antes que nada, sería interesante resaltar que “en el camino” estamos todos. Todos porque en este planeta-escuela venimos a aprender y esmerarnos para “pasar de grado”. Cuando nos toca el momento damos examen, y si quedan algunas materias por aprender… repetimos el grado. ¿Qué será lo que vinimos a aprender? En esta escuela cada uno en particular adeuda sus propias materias. Algunos tienen que aprender cómo se maneja un comercio, otros aprenden por medio de actos heroicos. Otros desarrollan el intelecto, están los que tienen que aprender a ser buenos padres… Otros aprenden qué se siente si son mendigos, y aún otros adquieren experiencia aprendiendo a gobernar naciones. Las materias para graduarse son muchísimas, pero también el resultado vale la pena. Así como todos estamos cursando distintos grados, también a algunos les cuesta más que a otros el aprendizaje. Y nos encontramos con comerciantes que actúan sin ética, con guerreros mercenarios, con gobernantes que van en contra de los intereses de la gente… o con mendigos que al brindar a otra persona la oportunidad de dar, le hacen un bien. Es que hay de todo en la viña del Señor, y todo sirve: así una guerra permite la oportunidad a algunos de realizar actos altruistas, o actos de arrojo; o un empresario deshonesto enseña a los demás cómo no deben actuar (una especie de ejemplo al revés) y los que observan estas acciones sacan sus conclusiones y adquieren experiencia propia. Por eso “estar en el camino” abarca una amplia gama de matices, tan amplia como la cantidad de personas que viven en el planeta. Sin mencionar a las almas que esperan su turno para ocupar un cuerpo e “inscribirse” en alguna materia. ¿De qué nos recibimos? A medida que vamos superando los defectos de la personalidad, llámense gula, ira, vanidad, egoísmo (la lista completa sería un poco larga), los átomos que forman el cuerpo físico se van utilizando, hasta que ya no “encajamos” en esta forma de vida y pasamos a continuar con nuestra evolución en planos superiores de existencia, como los Maestros de todas las religiones. Y el Alma que contiene este ser que somos crece, adquiriendo experiencias distintas a las que conocemos aquí en la Tierra. Hasta el instante en que nos convertiremos en Dioses… como está escrito. Todo lo dicho no impide que Almas de gran evolución decidan volver en un cuerpo físico a la Tierra, como sacrificio por Amor, para enseñarnos a los que aquí vivimos importantes lecciones, con sus palabras, acciones, o ejemplos, para que apuremos el momento del propio despertar. Pero, mientras nos queden pendientes materias, tendremos que volver una y otra vez hasta mejorar las calificaciones. Y eso puede llevarnos pocas o muchas vidas. ¿Quién clasifica? Quizás nosotros mismos -nuestra esencia- somos el juez más severo y quien dictamina si pasamos de grado. Mientras tanto, es de gran importancia que nos aquietemos, que respiremos profundo, entendiendo que el triunfo está asegurado, ya que todos llegaremos. Y que dejemos fluir a ese bello ángel de Amor que es nuestro verdadero Ser y lo expresemos en cada acto de nuestras vidas.

Marta Susana Fleischer  Del libro «Meditar en casa»

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