Esperanza lo último que se pierde

Tiempos de reflexión, de recogimiento interior, y celebración. No todos tenemos en cuenta que estos tiempos nos dan esa oportunidad de dar final a un ciclo y prepararnos para un nuevo comienzo. Muchos pasamos de largo sumidos en la actividad con frenesí y esperando que todo pase rápido para poder volver a la actividad impuesta por el rítmo de nuestras vidas, marcado por los deseos y las necesidades, los miedos y las ambiciones, las exigencias y las responsabilidades y sin darnos un saludable respiro.

“Lo último que se pierde es la esperanza”, reza un dicho, pero también existe la posibilidad de tener la vana esperanza de recibir del cielo aquello que esperamos, sin ver a nuestro alrededor como se presentan las oportunidades de lograrlo y seguimos esperando aquello que la vida nos ofrece a diario sin siquiera notarlo. ¿Entonces, será la esperanza una fuerza motivadora que nos lleva a seguir intentando? ¿O es simplemente un estado pasivo de ilusión prometedora?

“Lo importante es la actitud”, invoca otro dicho y esto es muy importante ya que la técnica se aprende, la experiencia se incorpora, los talentos se heredan o son regalos de los dioses, pero la actitud es personal e íntima y nada ni nadie nos puede forzar a tener lo que no se tiene por voluntad propia. En este contexto, esperanza y actitud es lo que mueve al mundo en el sentido del bien. Y son las pequeñas acciones desinteresadas en el sentido del bien las que muchas veces genera grandes cambios. Y es en este sentido que lo saludable y lo ecosustentable puede imponerse en una cultura llena de banalidades y superficialidades donde la mayoría mira solo sus propios intereses de consumo y acumulación de riquezas, sin pensar en la explotación del otro y del entorno con tal de conseguir los dividendos y ganancias perseguidas.

Cuando unos pocos con la actitud correcta y llenos de esperanzas de que las cosas se pueden hacer mejor, toman la iniciativa de generar los pequeños cambios de hábitos en la producción y el consumo, teniendo en cuenta que este mundo que transitamos es lo que le vamos a dejar de una forma u otra nuestros hijos y a las futuras generaciones, es cuando la semilla del amor y la esperanza comienza a brotar y expandirse, a contagiar a otros a tomar un mismo camino hacia una ética del consumo, hacia una producción sustentable y solidaria, poniendo al hombre y a la naturaleza como valor central de todas nuestras actividades. Cada uno de estos pequeños actos individuales, son los que iluminan el camino hacia una sociedad mejor, más justa, más equitativa y más sustentable. Porque como reza otro dicho, “el orden comienza por casa”, por nuestro interior, por una actitud correcta y esperanzada de poder alcanzar un nuevo orden social que revierta el camino que lleva este sistema industrial de explotación de recursos no renovables y de un consumo masivo e indiscriminado.

Que este tiempo, sea un tiempo de verdadera celebración de los valores humanos y renueve la esperanza de un mundo mejor. Que la reflexión y el recogimiento interior de estas fiestas, sirvan para dar un paso más saludable en la forma en que nos organizamos como sociedad y aprendamos a manejar los recursos naturales de un modo sustentable para dejar a las próximas generaciones la posibilidad de seguir disfrutando de este maravilloso planeta.

Ignacio Conde
iconde@boti-k.com

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