La nota que no me gustaría escribir
Sin embargo, hay notas que se escriben solas, se auto-escriben y ni nos damos cuenta.
Es el FIN DEL TRABAJO que ya está tocando timbre en nuestras casas.
Y, si no abrimos, va a entrar sin permiso.
Quien avisa no traiciona
Ya en 1995, mientras la televisión argentina destacaba Videomach, Caiga Quien Caiga (CQC) y Chiquititas, el autor JEREMY RIFKIN publicó ese libro. ALERTANDO.
Pocos lo leyeron. Y, los que lo leyeron, pensaron que eso sería imposible.
El escritor de referencia describe la baja acelerada de la fuerza del trabajo global y el nacimiento de la era posmercado.
Es la cuarta revolución industrial
Eso desembocará en el desempleo masivo y en la necesidad de replantear las estructuras económicas, sociales, culturales y, principalmente, la vida cotidiana.
Yo, en 2020, durante la pandemia, escribí un libro orientado al marketing de nuestro rubro, el mercado natural. En el libro, tuve el anticipo de escribir una nota sobre EL FIN DEL TRABAJO. Y daba algunas sugerencias, algunos caminos a seguir.
PERO, me quedé corto. Se fue la pandemia y se viene manifestando un cambio tan acelerado, difícil de parar. Difícil de escribir sobre el tema.
De eso surge: La nota que no me gustaría escribir.
Yo, que escribí un libro, ahora estoy editando un video (GRATIS) sobre algunos pensamientos laterales para encarar ese cambio histórico, avasallador.
Esa cuarta revolución industrial que será algo como el Armagedón bíblico.
Sinceramente,
algunas de mis sugerencias,
me parecen ingenuas.
A la vuelta de la esquina
La semana pasada, un estudio especializado publicó los grandes cambios en la industria automotriz. Pronto va a desaparecer el taller mecánico. (Todos tenemos un mecánico amigo que arregla bien y nos cobra poco). Ya no se van a arreglar los autos. Se cambiará un chip. Hoy, 31-07-2025, los diarios publican una lista de 10 profesiones en riesgo. Hablo con mis amigos y me dicen que es alarmismo. Algo parecido sucedió en 1995, cuando Jeremy Rifkin publicó EL FIN DEL TRABAJO. Ya no podemos mirar Chiquititas, pero disponemos de otras distracciones.
Así nos va
- Estamos camino al ocio compulsorio.
- Aumentará el tiempo libre “forzoso”.
Como consecuencia, las personas del futuro gastarán el tiempo en nuevas alternativas: vida sana, viajar más, practicar deportes.
Y surgen nuevas formas de trabajar.
- Aceleradamente, cambiarán también las formas de generar recursos.
- Existirán nuevas formas de trabajo. Más gente necesitará de más gente en los servicios relacionados con el bienestar, con el turismo, con la actividad física, con el cuidado del cuerpo.
- Reitero: nuevas formas de trabajar. Y, lo que va quedando atrás es el trabajo arduo, la gran concentración de trabajadores en la fábrica.
- Porque la fábrica es una institución insigne de la revolución industrial. Así fue, la revolución industrial trajo la máquina como herramienta de producción y construyó la fábrica como un lugar de trabajo.
- En algunos países industriales hubo fábricas con 40.000 empleados. Eso jamás acontecerá nuevamente. Algunas fábricas eran verdaderos campos de concentración, turnos de 12 horas, sin beneficios sociales.
- La fábrica era un valor. Aquel que tenía una fábrica, era como tener un castillo medieval en épocas históricas precedentes.
- Hoy, en la era tecnológica, el valor agregado ya no está en la fábrica.
- Consecuencia: la fábrica se desmoviliza. Muy rápidamente va desapareciendo ese “lugar de trabajo” y desaparece también ese conocido tipo de empleo.
- La tendencia apunta a que no habrá jamás pleno empleo, por más que las naciones intenten establecer políticas para estimular el surgimiento de nuevas fuentes de trabajo. Cuando se habla de generar trabajo genuino, es una pretensión legítima, pero de concreción hipotética.
Conclusión: más que una época de cambio, es un cambio de época. “Sic transit gloria mundi”. Querían el progreso? Aquí lo tienen.
Por Helio Perotto
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