Es febrero, el calor aprieta, y sin embargo un frío de vez en cuando nos corre por la espalda. Es febrero y muchos dejaron de lado sus vacaciones, o no pudieron dejar de leer los diarios matutinos y ver noticias. El verano no se fue y ya tenemos la sensación de que el año empezó…
Con la emocionalidad a flor de piel por los eventos locales e internacionales que se han venido dando, tratamos, trato, bah! de buscar mi eje, de relajarme de tratar de ordenar los pensamientos para este nuevo, nuevísimo 2016… y no me sale. Es que no podemos estar ajenos a todo el cambio de estructuras que se están dando, a los dimes y diretes, a esa angustia que genera todo movimiento desconocido. Ese miedo a la repetición y esa sensación de no saber que está bien y que está mal… como en todo cambio que hemos atravesado siempre. Entonces baja la revelación, esa que solo pide “creer para ver”. Pensé en qué pasaba si espantaba los pensamientos y miraba a mi lado? Hoy lo pensaba mientras pedía un café para llevar… Y con qué me encontré? Vi una mamá dulce con su hijo pidiendo un desayuno contenta, vi a la chica que iba a su trabajo con ropa de enfermera, vi al hombre sin casa tomando su café, al viejito que se sentía acompañado rodeado de voces… vi que todos queríamos estar en paz. Eso vi.
Y se me quebró la garganta de la nada…
Y esa nada, este corazón, esa chispa que somos se merece lo bueno y también lo malo, porque está aprendiendo constantemente… Eso vi.
Este instante de iluminación se me va a borrar en diez minutos, cuando tenga que volver a la rutina del trabajo, pero espero que en algún lugar se quede encendida esa chispa que me hace trascender el aquí y ahora para darme cuenta de que todo está bien siempre, como venimos aprendiendo. Qué me queda por decir, en esta editorial? Que los que hacemos Convivir, los colaboradores y las empresas tiramos para el mismo lado, hablamos entre nosotros y nos decimos que estamos juntos, que estamos para ayudarnos y esa fuerza de unión en momentos de cambios de estructuras nos rearma y nos fortalece, más adelante en el año, cuando hayamos aprendido los nuevos códigos estaremos más tranquilos, nos queda eso sí, ser solidarios y no perder de vista al otro, porque como siempre, me digo: “la gente es uno”. Adelante!
Cecilia Andrada/Directora