Con estadísticas abrumadoras, hoy el ACV (Accidente Cerebrovascular) es la principal causa de discapacidad en las personas mayores, y es la 3º causa de muerte, después de los infartos cardíacos y cáncer. En el mundo afecta a más de 5 millones de individuos y es una enfermedad cuya cifra va en aumento. Según estadísticas se produce en Argentina un nuevo ACV cada 4 minutos (unos 125000 casos por año). ¿La causa? En gran porcentaje, los malos hábitos de vida, ya que sus factores de riesgo están bien determinados, tanto que si se conocen y se tratan oportunamente se puede disminuir el riesgo de padecer esta patología.
El 80% de los casos de ACV son isquémicos, por obstrucción de la circulación en una o varias arterias del cerebro y el 20% de tipo hemorrágico, que se da en gente joven -menor de 45 años- con una tasa de mortalidad alta. Es además, la primera causa de discapacidad neurológica en los adultos mayores y la tercera causa de discapacidad en general, detrás de las artrosis, artritis y esclerosis múltiple.
La atención inmediata del evento Cerebro Vascular es fundamental para la recuperación rápida de la persona, para salvar la vida y disminuir los riesgos de discapacidad que puedan devenir como secuela.
¿Cómo reconocer los signos del acv?
Los principales signos de alerta o alarma que las personas (amigos, compañeros de trabajo, familiares, etc) deben tener en cuenta para sospechar de un ACV son: en el caso de los ACV hemorrágicos, una sensación de estallido dentro de la cabeza, un dolor intenso, nunca padecido por la persona, esta queda en un estado de letargo, aturdimiento en el cual en algunos minutos siente un estado de rigidez en la nuca, mareos, vómitos. En los ACV Isquémicos, dentro de las 4 o 5 manifestaciones principales que podemos observar están: la sensación de adormecimiento de una mitad de la cara o del cuerpo con disminución o pérdida de fuerza, problemas en la visión, pérdida del hilo en una conversación, dificultad para hablar con coherencia. Se recomienda como acción de reconocimiento pedirle a la persona que sonría, que levante los brazos y que hable.
¿Qué hacer en esos casos? Procurarse un servicio médico adecuado, pedir ayuda y trasladarse a la guardia dentro de las primeras 6 horas en lo posible.
Manos a la obra para mejorar y recuperarse
Es sabido que, a pesar de haberse producido una lesión en el cerebro, esto no significa que la persona no vaya a mejorar. Las neuronas del cerebro poseen una propiedad llamada “Neuroplasticidad” que consiste en la capacidad que tiene el cerebro para formar nuevas conexiones nerviosas en respuesta a la interacción con el entorno y a su capacidad para seguir aprendiendo en cualquier momento de la vida. Por tanto, el cerebro puede seguir aprendiendo, incluso después de un ictus. De ahí la importancia de los tratamientos posteriores.
Evaluación y tratamiento, desde la psicología/neuropsicología
Los tratamientos para personas que han sufrido un ACV deben ser abordados desde un enfoque de modelo de la salud bio-psico-social en base a una rehabilitación integral, cada profesional es fundamental. Entonces, desde las diversas áreas como fonoaudiología, terapia ocupacional, kinesiología, fisiatría, psicología, neurología, y muchas veces clínica médica, cardiología, son áreas que aportan, de manera coordinada, qué es lo mejor para el paciente.
Dependiendo de la o las zonas cerebrales afectadas, serán los posibles déficits motores, sensitivos o cognitivos que presentará una persona que padezca un ACV.
Es importante realizar una adecuada evaluación Neuropsicológica con test estandarizados que permiten obtener un perfil cognitivo de los déficits y recursos del paciente. El objetivo es poder comprender cómo estas alteraciones afectan las actividades cotidianas de la persona, con el propósito de llevar a cabo un programa de rehabilitación Neuropsicológica para trabajar sobre aquellas dificultades que limitan el nivel de independencia.
Las alteraciones cognitivas pueden presentarse en relación a problemas de memoria, tanto para almacenar como para evocar información, en la orientación témporo-espacial y autobiográfica, problemas atencionales, tanto en la concentración como en la atención selectiva (heminegligencia), agnosias y apraxias de diversos tipos, déficit en la capacidad de organizar y planificar actividades, dificultades para comprender y emitir el lenguaje oral y escrito, alteraciones en la viso-construcción y en la percepción, anosognosia, entre otras.
Es de suma importancia el acompañamiento psicoterapéutico y la psicoeducación tanto para el paciente como para su familia, para poder apoyarlos, contenerlos y brindarles herramientas y estrategias para sobrellevar esta situación.
Nuestro trabajo en Centro de Rehabilitación Rebiogral se caracteriza por ser interdisciplinario, siendo las distintas áreas igualmente protagonistas en el tratamiento de las personas según sus necesidades y tiempos. Así desarrollaremos en próximo número el trabajo del área de fonoaudiología, terapia ocupacional, psicopedagogía y kinesiología, fundamentales para recuperar el auto valía.
Por Dr. R. Quiñones Molina
@dr.quinonesmolina
Centro de Rehabilitación
Integral REBIOGRAL
Inf.: 4981-0565/ 6604 / (15) 6999-4177