Cuando hablamos de comidas afrodisíacas pronto viene a nuestra mente el chocolate. Y es que en la mayoría de las culturas, este delicioso alimento es asociado con la pasión y el romance. Todo parece haber comenzado con los aztecas, quienes le asignaron la capacidad de aumentar el vigor sexual en los hombres y de desinhibir a las mujeres.
Tras el antecedente en la cultura azteca, cuando el chocolate fue introducido por primera vez a Europa, resultó natural que las personas continuaran asociándolo con el amor, lo cual se reafirmaba con los cambios de conducta que parecían experimentar las personas al consumirlo.
El chocolate posee dos sustancias que son conocidas como excitantes y que son además encontradas de forma natural en el cerebro humano: la feniletilamina y la serotonina. Estas sustancias son segregadas en el sistema nervioso por el cerebro cuando estamos alegres y cuando experimentamos sentimientos de amor, pasión o deseo. Además, causan un rápido cambio de humor, un ascenso en la presión arterial y del ritmo cardiaco, induciendo sentimientos de bienestar y euforia, propios de cuando se está enamorado. Estas sustancias otorgan al organismo un aporte extra de energía, el cual puede ser muy bien utilizado durante el encuentro sexual. De ahí también la reputación del chocolate como afrodisíaco o detonador de la energía sexual y la pasión. Investigaciones recientes han sugerido que las mujeres son más susceptibles a los efectos de la feniletilamina y la serotonina que los hombres. No obstante, cuentan que Casanova solía ingerir grandes cantidades de este preciado dulce antes de encontrarse con sus amantes. Curioso, ¿no?
Afrodisíaco o no, la verdad es que cuando degustamos chocolate sentimos una placentera sensación. No en balde ha sido utilizado durante siglos como regalo y muestra de amor entre las parejas. Así que si quieres probar por ti mismo la veracidad de esta creencia, ya sabes cómo lograrlo.