Asumir excesivos compromisos, padecer el flagelo de la continua maquinaria mental, advertir extremo cansancio, contener el aliento y palpitar una loca carrera, consume, a pasos agigantados, el vigor pleno del buen vivir. Para intentar salir de este ritmo alienante es necesario advertir estos síntomas que condicionan la vitalidad del cuerpo. Por ejemplo observá si, a lo largo del día, no se incrementa tu impaciencia y si se aceleran los latidos del corazón. Si logras detenerte ¿aparece una ansiedad que, a veces, ahoga? Te sugiero detener la marcha, observar la alta autoexigencia y recuperar alguna parte tuya que se está perdiendo entremedio del caos. Mirá tu rostro, ¿está pálido?, los hombros ¿se elevan hasta ubicarse cerca de las orejas?, los pómulos ¿se ahuecan?, el maxilar ¿está tensionando y duele?, la nuca ¿se siente dura como una estaca?, los ojos ¿arden?, la piel ¿emite escalofríos intermitentes?, en todo el cuerpo ¿hay una sensación de debilidad? ¿Qué hacer? Volvé a leer los aspectos que notás tuyos y chequeá qué actividades, relaciones, contextos lo estimulan. ¿Hay algún punto susceptible de ser cambiado? ¿Cuál sería el paso más sencillo y posible de efectuar? Aquí te dejo algunas preguntas que, probablemente, contribuyan a un proceso de revitalización. ¿Vivís maquinalmente? Es decir, ¿sentís las funciones de tu cuerpo, la actividad de tus órganos, el hálito de tus emociones desde el amanecer hasta el anochecer? Durante el día ¿advertís momentos de cansancio y te detenés para relajar unos minutos? ¿Realizás muchas cosas a la vez? ¿Te das un minuto para respirar profundo en medio de las actividades? ¿Tenés el celular todo el tiempo a mano y lo miras cada tres minutos? Las respuestas son tuyas…solo te pido que reflexiones en base a toda esta información y observes si hay alguna posibilidad de que ese modo de vivir pueda transmutarse. Yo te comparto mi modo de buscar la vitalidad y ojalá te sirva: cuando me despierto me quedo un minuto sintiendo el calor de la cama, respiro, me quedo dos segundos más con los ojos cerrados hasta que mi cuerpo me impulsa a seguir, vuelvo a respirar y me desperezo, preparo el mate y así continúo; cuido que los movimientos no sean bruscos y me organizo con el tiempo para que no me quede poco margen para resolver cosas, respiro nuevamente con consciencia… y así sigo… El secreto es organizarte con tranquilidad, una acción por vez, no cuestiono la cantidad de cosas sino la calidad en el movimiento que nutre al hacer. Hay mucha tela para cortar con este tema…Comenzá por aquí y luego seguimos por más para que adquieras hábitos saludables de vida. Se puede. Busquemos liberar espacio para confiar en otra perspectiva de vida posible.
Por Alejandra Brener
Terapeuta corporal bioenergetista
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