Para qué trabajamos, me pregunto este domingo de cierre de edición, un poco cansada (cansado cansade) de tanto trajín emocional, social, verbal…
Todos los días tengo que contenerme para no pelear con alguien, me enojo con los que aumentan los precios sin medida, con la desidia, con el sálvese quien pueda, con la tecnología, con la tele, con netflix. Me enojo con la muerte de los policías, y la muerte de la maestra y por la educación de mala muerte. Me enojo con la arroba enseñada a los nenes de 7 años y con los que no aceptan el lenguaje inclusivo, me enojo porque me hago la de mente abierta y no acepto el pensamiento del otro. Finalmente veo que somos todos iguales, vos, yo, él… queremos ser felices y no entendemos cómo…
Qué duro, se me llena la garganta de nudos.
Porque hace tantos años – tantos para mí- que vengo aprendiendo cómo es el camino de la superación y ni un día de mi vida puedo lograr manifestarlo. Pucha que humana de miércoles!!
Mi hijito me enseño algo el otro día, me contó que el color no existe, es nuestro ojo quien lo revela.
¿No existe este cielo azul, ni ese sol amarillo, ni el verde de los árboles, ni el rojo de la sangre?
¿Es mi visón de las cosas la que transforma? ¿Acaso vos ves lo mismo que yo?
Entonces la realidad sí depende del cristal con que se la mire. Entonces queridos míos es imperioso RESPETAR.
Me lo digo para mí. Que me cuesta cada día. Te lo digo a vos por las dudas estés parado (parada “parade”), en la misma esquina que yo.
Comencemos a parar la pelota, abajar los brazos para agarrarnos de otras manos y confiar en que hay un hilo de arriba que nos sostiene ya que como dice desde la eternidad mi vieja, «la victoria está asegurada».
Quizás así seamos más felices y comencemos a crear realidades multicolores.
Que disfrutes de la edición de Agosto.
Cecilia Andrada – Directora