Muchas veces pensamos en el final de la vida, con miedo o dudas, imaginando mil formas, circunstancias y acompañamiento. La muerte es un factor común inherente a la vida, el misterio que la rodea ha sido objeto
de mil especulaciones, la luz del túnel, familiares que nos esperan, hasta santos o guías espirituales. Lo cierto es que si nos fuera posible, la preparación deberíamos comenzarla creando hábitos de pensamientos de paz, meditaciones y visualizaciones de cómo queremos llegar al final de nuestra vida. Según la sabiduría oriental, que tiene una cultura sobre la muerte, insta a prepararse e imaginarla. Morir sano parece una utopía, pero realmente tener buena salud, con alimentación y hábitos saludables favorecerá el buen morir.
Las técnicas de acompañamiento a la persona que se encuentra ya en este umbral son muchas, por ejemplo:
Reiki: la imposición de manos que ofrece la energía reiki es muy importante, aun en personas que no tengan creencia o desconozcan de que se trata, el reiki trabaja con la energía del universo provocando alivio y calma, no tiene efectos adversos y también se la utiliza para armonizar las habitaciones, las casas y los espacios. Debe ser impartido por un maestro de reiki.
Los cuencos tibetanos: ejercen un sonido que trabaja a través de ondas, aun si la persona se encuentra en estado de inconciencia, los sentidos están abiertos aun hasta que la persona desencarna.
La música: aplicada a través de auriculares, genera serenidad, debemos elegir sonidos en lo posible sin canto, solo música. Hay ondas de sonido específicas para estos momentos que ayudan a la transición.
La compañía y el contacto físico de un abrazo o de una mano, pueden mejorar muchísimo el estado del enfermo.
Capacitarnos en el final de la vida no solo sirve para asistir sino que también es un entrenamiento para nosotros mismos.
El miedo es uno de los factores casi siempre presentes, para el enfermo y para los familiares. Debemos tener en cuenta que nuestra conciencia superior, alma, espíritu, tienen la sabiduría de guiarnos. Los maestros espirituales, también nos sostienen desde el otro lado del velo. La fe en la continuidad, las creencias religiosas y nuestros propios aprendizajes, quedan en nuestra conciencia y será lo que nos lleve a irnos en paz.
Por Isabel De Simone/ Psicóloga social- Máster Reiki – Facilitadora en bioneuroemoción y biodecodificación del síntoma.
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