Salud vs Enfermedad -parte I-

“La enfermedad es el grito de la salud para intentar restaurar el equilibrio perdido”

Según la OMS, salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
Lo que nos lleva a pensar que no existe el individuo sano.
La Enfermedad es la pérdida de la armonía o el trastorno de un orden hasta ahora equilibrado. En realidad veremos que la enfermedad es la instauración del equilibrio perdido… ¿Por qué decimos esto? Pues porque la pérdida de la armonía se produce en la conciencia, en el plano de información y el cuerpo es nuestro medio de mostrar esa información, por lo tanto el cuerpo es el vehículo de la manifestación de todos los procesos y cambios que se producen en la conciencia.
No es correcto hablar de enfermedades como tampoco hablamos de saludes. Son conceptos que se refieren a un estado del ser humano y no a órganos o partes del cuerpo.
La verdad es que el cuerpo nunca está sano ni enfermo (el ser humano lo está) ya que en él solo se manifiesta la información de la mente.
Cuando aparece en el cuerpo un síntoma a veces llama la atención bruscamente interrumpiendo la continuidad diaria. Nos reclama atención (queramos o no). Es como ir por la ruta y encontrarnos con el primer badén, si vamos distraídos saltaremos en el auto, pero nos pone atentos al siguiente.
Este llamado que molesta parece que viniera de afuera y tratamos de eliminarlo a toda costa, la verdad es que no nos gusta que nos saquen de la zona de confort y así comienza la lucha contra el síntoma.
La lucha exige atención y dedicación lo que hace que se instaure definitivamente la enfermedad agotando nuestra energía.
La medicina convencional nos enseñó a buscar soluciones rápidas a las dolencias, desterrar el síntoma para que no nos afecte más. Esto es tan incomprensible como si el mecánico nos desconectara la luz de “falta de nafta” y con ello damos por terminado el problema de cargar combustible para que el auto funcione. Andará unos kilómetros más pero en algún momento se detendrá y no podemos decir que es mala suerte.
Tampoco nos enfermamos por “mala suerte”, esto no existe, no nos engripamos porque viajemos en un subte y nos tosan cerca, el cuerpo físico y los cuerpos sutiles deben estar lo suficientemente vulnerables para que los gérmenes se desarrollen. Los homeópatas dicen que “no se enferma quien quiere sino quien puede”
Recordemos que toda enfermedad nace de una emoción-pensamiento que se estanca. La emoción busca siempre ser transitada y expresada, de esa forma podemos transmutarla, pero si esto no ocurre, se manifiesta por dentro y se estanca. Comienza así a generar disfunciones en los chakras (vértices energéticos) y diversos síntomas, al pasar el tiempo se densifica en el cuerpo físico abarcando órganos cada vez más importantes.
Las personas muy sensibles perciben el síntoma antes de que se manifieste en el físico, incluso pueden reconocer la emoción que desata ese síntoma, de esta manera difícilmente se manifieste la enfermedad. Las terapias energéticas y medicinas sutiles hacen circular la energía estancada y ayudan al paciente a tomar conciencia de su problema, y aquí comienza el verdadero trabajo, el del consultante, que deja de ser paciente para ser autor de su propia transformación, porque solo uno mismo con su trabajo interno, puede llegar a la sanación. Nadie externo puede hacer el trabajo por uno. Si bien la medicina convencional actúa sobre las consecuencias y la holística sobre las causas no significa que debamos rechazar todo lo que se relacione con la medicina alopática, si trabajamos solo desde lo sutil y llegamos a sanar la emoción, tal vez sea demasiado tarde para sanar el cuerpo físico. A veces las personas están muy densificadas como para que fluya la energía. No es lógico retorcernos de dolor mientras buscamos la emoción que nos afecta, el malo de la película no es el analgésico o el antibiótico, sino la falta de conciencia que tenemos. 
Incluso incorporando ambas terapias, es imprescindible una transformación en nuestro interior, a través de cambios en la alimentación, cambios de pensamiento, cambios de hábitos.
Cuando comento esto en el mostrador me dicen que es difícil, y sí, un Maestro dijo “La enfermedad sobreviene al hombre, por la incapacidad de aceptar sus debilidades y circunstancias”
Cuando nos negamos a enfrentar las debilidades, sean estas en forma de patrones psíquicos, alimenticios, adictivos, emocionales, etc., la energía se densifica fijándose primero a nivel energético y si esta situación perdura, lo hará a nivel celular y allí la debilidad se transforma es enfermedad.

Bibliografía:
La enfermedad como camino, T Dethlefsen y R Dahlke

Por Farm. Dra. Miriam Noemí Bruno
DT Farmacia Homeopática Libertad
Farmacialibertad0@gmail.com

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