La imagen que damos

Muy seguido escuchamos al rededor nuestro las quejas de personas que repudian las actitudes de otros que –dicen– actuaron mal.

Nosotros mismos – me incluyo aquí – muchas veces al día aportamos un granito de arena más al “Clan de los quejosos”. Desde esa situación de queja gritamos, nos enojamos, perdemos la calma y nos ponemos cada vez más nerviosos. Artos de las injusticias!

Generalmente el resultado es que “los malos” siguen en la suya, y “los quejosos” también.

En el libro Los Mensajeros del Alba (Ediciones Obelisco), leemos: Cuando el planeta entero sea capaz de crear una armonía de pensamiento, entonces el planeta entero cambiará.

¿Cuál será esa armonía de pensamiento que logrará el cambio?  ¿Tendrá que ver con eso de cambiar uno para cambiar al mundo? Si lo aceptamos, quiere decir que ¿tenemos que permitir que “nos pasen por encima” sin hacer nada al respecto?

Enunciado así, mucho no me conforma. No me gusta pensar que “los malos” pueden seguir en la de ellos y “los quejosos” tienen que calmarse. ¿Pasará por ahí? Mejor propongo otra cosa: vivir quejándose y que se te abusen, no es bueno. Pero no se puede vivir quejando toda la vida. (Bueno, poder se puede, pero no se “debe”). ¿Será que nos quejamos porque estamos desarmonizados? ¿Que si estuviéramos lo suficientemente centrados, nosotros los quejosos, no nos veríamos afectados por las acciones de los otros? Tal vez esa manera de pensar y actuar sea el mentado cambio personal que cambiará el mundo. ¿Por qué no?

Pasándolo en limpio: quejarse, protestar, reclamar por acciones de las que fuimos víctimas y nos perjudicaron, no está mal. Incluso es bueno y necesario. Lo que está mal es quedar “enganchado” en esa actitud de víctima quejosa, a la que el entorno (el mundo) le hace daño.

La actitud correcta sería, luego de la puesta en claro y la defensa de nuestros derechos, continuar adelante sin volver sobre el tema, en una manera de ser comprensiva hacia la otra persona. Que seguro actúa así de mal por ignorancia o desconocimiento. No convertirnos en lo mismo que criticamos, sino que actuemos como referentes, para que los criticados, a fuerza de confrontarse con nuestras buenas actitudes, lo piensen mejor, tengan un modelo de cómo actuar más positivo, y se enmienden. Creo que algo así debe ser eso de: cambia para que cambie el mundo. El permanecer en armonía de pensamiento. O por lo menos cerca debe pasar. Probemos.

 

Por Marta Susana Fleischer

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