Esclavos de la Inteligencia

(El Nuevo Homus Domesticus)

Poder pensar intelectualmente, sin realmente pensar de verdad, es una posibilidad de la mente, habilidad que puede confundir a más de uno, ya que la inteligencia no es pensar; pensar inteligentemente y hacerlo bien, es un arte. La mente no puede no tener ningún pensamiento en absoluto, pero esto no significa dejarse engañar por los pensamientos, ser hipnotizado por las formas del habla y las imágenes que tenemos de nuestro mundo. No debemos adherirnos a las ilusiones o a las cataratas de palabras que provoca
nuestro intelecto sin que podamos contrastarlas con lo real y menos creernos que así es la realidad, como nuestros pensamientos.
Para la mente humana, la inteligencia es la habilidad de discernir o escoger lo más conveniente para nuestro progreso y supervivencia. En este sentido, todo tipo de inteligencia, colectiva o artificial, se centra en el análisis y procesos de datos para tomar caminos u opciones convenientes a un objetivo o fin alguno, sin violar o violentar códigos, patrones, normas o leyes que rigen las condiciones previamente estipuladas, por la sociedad, la cultura o la naturaleza. En este sentido el ser humano siempre vivió según mandatos inteligentes externos, ya sean por dogmas políticos, religiosos, culturales, científicos o tecnológicos, siempre dependiente, obligado por mandato o por elección. El ser humano siempre estuvo al servicio de una inteligencia superior externa a sí mismo y muchas veces a costa de su propia inteligencia individual. Entonces se confunde la habilidad de pensar con la inteligencia, pero hay muchos tipos de inteligencias.
La programación y domesticación del ser humano siempre estuvo acompañada de grandes intereses del poder de turno, ya sea a través de templos, escuelas o academias y universidades, ya sea a través de medios de comunicación, fuerzas armadas o corporaciones industriales, lo cierto es que siempre se formó, se formateo o se modeló al ciudadano o individuo “ideal” para formar parte de un
colectivo predeterminado.
Los Sabios y los Artistas generalmente desarrollan una inteligencia alternativa o paralela a la media cultural, adquiriendo perspectivas y miradas ocultas para la gran mayoría de los mortales, marcando diferencias claras y concretas, muchas veces expandiendo la inteligencia colectiva.
La diferencia entre Sabiduría y Conocimiento es basta. Para adquirir sabiduría hace falta una “inteligencia significativa”
propia. Cuando carecemos de “significado” sólo queda una habilidad intelectual obediente; podemos desarrollar una inteligencia operativa, pero no, dotarla de significado para transformar el conocimiento en sabiduría.
Hoy nos quejamos del déficit de atención o de falta de concentración en la media de la sociedad, pero entrenamos continuamente nuestra mente en distracción y entretención. Buscamos progresar en lo individual y personal, pero estamos permanentemente distraídos y entretenidos, ya sea con nuestros pensamientos azarosos, con nuestros deseos insatisfechos o con la tecnología de la comunicación. Generamos disonancias cognitivas e insatisfacción precipitándonos en las crisis de estrés y ansiedad, pero no desarrollamos la coherencia y el significado trascendente de nuestras motivaciones y necesidades.
La meditación, el sobrecogimiento interior o la contemplación pueden llevarnos a un despertar que nos devuelva la coherencia, la integridad y el significado de una “Inteligencia Trascendente”, para volvernos más sabios, más creativos y más libres. En la
religiosidad se trabajaba en oración, para no caer en adoración, poniendo en el exterior, lo que pertenece al mundo interior.
No adorar ídolos de barro.
El peligro no es la proliferación de la Inteligencia Artificial, el peligro real es la perdida de la Inteligencia Natural, desligarnos o desvincularnos del entorno Natural es perjudicial para la especie y para el individuo. La acumulación de conocimientos no es un problema, el problema es la falta de sabiduría en las tomas de decisiones que afectan al colectivo. La solución real a nuestros problemas como especie y sociedad, no está en ceder nuestro poder y nuestra Inteligencia Natural a la tecnología o IA o a las
corporaciones dueñas de dicha tecnología, la solución está en recuperar la coherencia y la integridad como especie
y recuperar nuestra Inteligencia Trascendente para llenarnos de significado, sabiduría y libertad.

Por Ignacio Conde

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