Antes que nada quiero aclararte que sólo sé que no sé nada. Que he ido por la vida siguiendo mi camino personal como puede, tal como lo hace cada uno de los que habitamos este planeta. Y que ya sea un valle de lágrimas, o un planeta-escuela diseñado para nuestro aprendizaje; lo cierto es… que es lo único que tenemos y conocemos. Y nos aferramos como garrapatas a esta vida, porque nos gustan sus placeres y los afectos.
Y nos dan palazos y nosotros seguimos adelante, continuando con nuestro camino de hormigas, levantándonos cuando ya nos creíamos vencidos, juntando fuerzas vaya uno a saber de dónde, rearmándonos y prometiéndonos triunfar.
Te dije al comenzar que sólo sé que no sé nada, pero si lo que voy expresando me lleva a alguna conclusión, te diría que lo más probable es que los humanos seamos seres muy fuertes. No digo invencibles, pero fortísimos, sí.
Muchas veces desde estas charlas dije que estamos aprendiendo a ser dioses. Es muy probable que sea así y que sea esa la razón de las duras pruebas por las que pasamos. Escuchamos que el deseo de superación nos es inherente, que finalmente estamos pasando por «iniciaciones». Lo cierto es que -caprichosos, imbatibles seres humanos- continuamos defendiendo nuestras convicciones y haciendo cada día lo que podemos. Unos mucho, otros no tanto; unos obteniendo logros admirables, otros equivocándonos mal.
Ahora, te pregunto: siendo tan profusamente diversos como somos, cada uno con sus intereses, con sus deseos y sus amores; para un imaginario espectador desprevenido, ¿no seremos conmovedores? Digo, por nuestro empeño, por nuestros esfuerzos, por las veces que somos solidarios o nos esforzamos por el bien común. Y todo eso a pesar de que vivir en esta parte del universo nos cuesta mucho, pero mucho mucho (diría que uno y la mitad del otro). Y continuamos emocionándonos con la caricia de un niño, o con un beso, o con una puesta de sol… a pesar de todo. Unos sentimentales sin remedio, dirían. Y tan imbatibles, que aunque nos hagan morder el polvo reiteradas veces, por dentro sabemos que no nos van a doblegar. En los instantes finales de una situación peligrosa, nos nace la convicción de que superamos todo y juntamos los pedacitos en que nos convertimos, y seguimos adelante.
Y qué es todo esto, por qué razonamos así, una inmensa mayoría de optimistas por naturaleza, que siempre apuesta a que va a estar mejor.
No lo sé. No sé nada sobre nada.
Pero te digo, querido lector, que tenemos que seguir adelante, tal vez, únicamente, porque queremos encontrar lo que nos merecemos.
Marta Susana Fleischer