Harina de espelta

¿Conocés la harina de espelta? En mi casa, nunca se experimentó con la comida, cocinando alimentos distintos o fuera de lo común, por eso este tipo de ingredientes que se esconden entre lo naturista y lo alternativo, las empiezo a descubrir conociendo gente o lugares.

La harina de espelta, se consigue de un cereal poco conocido en la actualidad, aunque quizá uno de los más antiguos. Su origen se sitúa hace casi 7000 años en Irán, extendiéndose su cultivo en Oriente. De a poco, llegó a Europa y en la Edad Media era un cereal muy utilizado para el pan en las personas más pudientes, dejando el pan de centeno para las personas más pobres.

Su cultivo empezó a desaparecer con las técnicas agrícolas modernas, ya que no era rentable para los agricultores al necesitar procedimientos adicionales al trigo común –que les resultaba mucho más rentable –para extraerle la cáscara exterior dura. Pero, afortunadamente, se ha ido recuperando en los últimos años, sobre todo en zonas montañosas de Centroeuropa, gracias a las nuevas corrientes de alimentación natural y a productos ecológicos.

¿Qué es? Es una subespecie del trigo, pero se diferencia por su cáscara que es muy difícil de eliminar y que le confiere una gran resistencia a plagas y enfermedades. Por eso, se lo considera perfecto para el cultivo ecológico, ya que tiene una resistencia natural que no necesita transgénicos ni plaguicidas.

En cuanto a sus propiedades nutricionales, contiene un mayor porcentaje de hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, minerales y fibra.

Y es gracias a estas características que se convierte en la harina ideal para preparar panes integrales y pastas que son mucho más sanas que las que se realizan con harina de trigo. Sus propiedades, pese a los años, no se modificaron tanto como las del trigo que fue manipulado para satisfacer las necesidades de su fabricación. Por eso la espelta, mantiene sus características nutricionales y es de una fácil digestión, lo que le agrega cualidades antiinflamatorias.

¿Cuáles son las propiedades? Sus proteínas, no solo son mayores que las del trigo, sino que contienen ocho aminoácidos esenciales para el cuerpo humano ya que no puede producirlos.

Por su parte, la fibra que contiene es fibra soluble, la cual retrasa la absorción de los hidratos de carbono y así nos beneficia a todas las personas, pero sobre todo a las personas que padecen diabetes. Y además, nos ayuda en el estreñimiento y en dietas de adelgazamiento.

Contiene minerales como el magnesio, el fósforo, el hierro y el zinc.

Sus vitaminas B, E y A nos ayudarán mucho en nuestra salud.

Con todas sus cualidades nutricionales, nuestro organismo no corre peligro y nos apoyará en las funciones del sistema cardiovascular, óseo, sistema nervoso e inmunitario.

¡Atención! La espelta contiene gluten, por ende no es apta para personas con celiaquía, aunque es más tolerada que la del trigo y algunas personas que no pueden comer esta harina, sí pueden consumir espelta. Y la composición molecular del gluten en la espelta es diferente a la del gluten común ya que es más frágil y soluble en agua y esto genera, por el proceso que ocurre en nuestro organismo, que nos sea mucho más sencillo digerirlo.

Ahora bien, para cerrar vamos a ver una receta vegana con esta increíble harina que como tantas otras cosas, nos dan ganas de salir a comprar inmediatamente.

Esta receta la encontré en la página www.directoalpaladar.com y es de unas galletas veganas con harina de espelta y arándanos. A ver…

Nos llevará alrededor de 40 minutos de elaboración y necesitaremos para hacer 24 galletas: 125ml de aceite de girasol; 80ml de sirope de agave; 80ml de leche vegetal; 250g de harina de espelta; 45g de copos de avena; 50g de almendra fileteada; 60g de arándanos secos; 1 cucharadita de bicarbonato de sodio; un pellizco de sal.

En principio, precalentaremos el horno.

Luego, mezclaremos en un bol los ingredientes líquidos (aceite, leche vegetal, y sirope), revolveremos y dejaremos reposar por diez minutos.

Seguidamente, en otro bol colocaremos la harina, los copos de avena, la almendra y los arándanos, agregaremos sal y el bicarbonato de sodio. Revolveremos todo con un tenedor para lograr que se mezcle bien y verteremos la mezcla líquida a este bol. Iremos uniendo hasta que quede una masa blanda.

Prepararemos dos bandejas con “papel manteca” y haremos montoncitos con una cuchara, colocándolos separados para que no se peguen cuando crezcan en el horno. Aplastaremos los montoncitos y lo colocaremos en el horno durante dieciocho minutos o hasta que veamos que están doraditas.

Cuando los retiramos del horno, los dejamos cinco minutos en la placa y luego las pasamos con cuidado a una rejilla para que terminen de enfriarse.

Una vez que estén frías… ¡A disfrutar!

Gisela Medrano
CONVIVIR

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