La obesidad es un problema de salud pública que se ha convertido en un factor de riesgo cardiovascular significativo, afectando a millones de personas en todo el mundo. Según la World Obesity Federation, se estima que para 2025 la prevalencia mundial de la obesidad alcanzará el 18% en los hombres y superará el 21% en las mujeres.
Se considera que una persona es obesa cuando su índice de masa corporal (IMC) supera los 30 kg/m², pero este método no siempre refleja con precisión el riesgo cardiometabólico individual. El Dr. Jorge Riera Stival (MP 3658), integrante del Comité de Obesidad y Diabetes de la Federación Argentina de Cardiología (FAC), señala que “la distribución de la grasa corporal, especialmente la grasa visceral, se asocia con un mayor riesgo de complicaciones cardiometabólicas y hoy en día también es un criterio clave para definir la obesidad en las personas. Métodos complementarios, como la circunferencia de la cintura y la relación cintura-altura, pueden mejorar la identificación de personas con obesidad más allá del IMC. Además, la acumulación de grasa en zonas específicas, como alrededor de las vísceras, está relacionada con un mayor riesgo de hipertensión y otras complicaciones cardiovasculares”.
Aproximadamente dos tercios de los pacientes con enfermedad coronaria presentan sobrepeso u obesidad.
Factores que impulsan la obesidad
La obesidad resulta de un desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto energético. Su aumento global ha sido impulsado principalmente por factores ambientales, como la mayor disponibilidad de alimentos ultraprocesados y el estilo de vida sedentario.
Está asociada con múltiples factores de riesgo cardiovascular, incluyendo hipertensión arterial, diabetes tipo 2 y dislipidemia (alteraciones en los niveles de colesterol y otras grasas en sangre). Estos factores no solo aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas, sino que también contribuyen a una mayor mortalidad cardiovascular. “Se estima que el 80-85% de las personas con diabetes tipo 2 son obesas”, señala Riera Stival.
Aumento de la obesidad infantil
Esta patología afecta gravemente a la población infantil, lo que hace crucial su abordaje desde edades tempranas. Se ha demostrado una relación entre la obesidad infantil y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta.
“Programas educativos que fomenten hábitos saludables en niños pueden tener un impacto duradero en su salud cardiovascular futura. La educación sobre nutrición y actividad física debe ser parte integral de la currícula escolar”, destaca Riera Stival.
Estrategias para combatir la obesidad
Las modificaciones en el estilo de vida, que incluyen cambios en la alimentación, aumento de la actividad física y apoyo psicológico, son la base del tratamiento para la obesidad. Estas intervenciones pueden lograr una pérdida de peso moderada (5-10%), mejorando los factores de riesgo cardiovascular, aunque mantener esta pérdida a largo plazo sigue siendo un desafío.
Se recomienda priorizar el consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, mientras se limita la ingesta de azúcares y grasas saturadas. Este enfoque no solo ayuda a controlar el peso, sino que también mejora los valores de colesterol y glucemia, además de reducir la inflamación crónica, un factor clave en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
La actividad física regular es esencial para mantener un peso saludable y reducir el riesgo cardiovascular. Las recomendaciones actuales sugieren realizar al menos 150-300 minutos de ejercicio moderado a la semana. La combinación de ejercicio aeróbico con entrenamiento de fuerza es especialmente efectiva para reducir peso sin perder masa muscular, un componente esencial de la salud general.
Tratamientos farmacológicos
“En los últimos años, han surgido nuevas opciones farmacológicas para el tratamiento de la obesidad cuando las intervenciones en el estilo de vida no logran una pérdida de peso suficiente”, explica Riera Stival.
Estos medicamentos funcionan disminuyendo el apetito, aumentando la sensación de saciedad o ralentizando el vaciamiento gástrico. Sin embargo, deben ser indicados únicamente por profesionales capacitados y bajo prescripción médica, ya que pueden tener efectos secundarios.
La educación y la concientización son fundamentales para empoderar a la comunidad en la lucha contra una epidemia en crecimiento. Promover hábitos saludables desde la infancia, fomentar el ejercicio físico y mejorar la alimentación son pilares esenciales para combatir la obesidad y reducir su impacto en la salud cardiovascular.
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