Disfrutar del camino

Individuales buscadores de la verdad, pasamos por la vida intentando encontrar las respuestas que más se adapten a nuestro particular sistema de creencias. Mientras tanto la verdad única, incuestionable, se nos presenta de mil maneras, descifrable sólo para quienes se encuentran dispuestos a abrirle su corazón. 
A estas alturas de la vida en el planeta, todos hemos recorrido un largo camino. En él -individualmente- fuimos aprendiendo, probando y comprobando, al margen de la edad física que nos marca el calendario. Solamente por el hecho de respirar y habitar este mundo, sea cual fuere el lugar que ocupamos dentro de la sociedad, todos comprendemos en qué situación nos encontramos; e íntimamente sabemos que somos la causa de haber llegado a tal estado.
Por eso consideramos que tan importante como participar en acciones que hacen al bienestar general, es tomarnos unos minutos para meditar y pensar en «dónde estamos parados» y hacia dónde queremos ir. Creemos que para ello no hacen falta técnicas especiales, ni estudios superiores. Únicamente necesitamos dejarnos llevar por ese anhelo interior de paz; conservar un deseo sostenido para que las cosas mejoren y que nos encaminemos hacia un destino más feliz. Si bien estamos convencidos de que ese cambio favorable al que aspiramos se producirá cuando todos los habitantes del planeta comprendan que funcionamos como un único cuerpo; también intuimos que para apurar ese momento y que todos logremos vivir en paz, tendremos que ir transformándonos «célula por célula», o cada persona individualmente, que es lo mismo. Llega un momento en que el intento del alma por reencontrarnos con nuestro verdadero Yo, no puede postergarse más. El impulso interno nos conduce por muchos caminos, que generalmente nos llevan hacia aquello que más anhelamos y a veces todavía no sabemos bien qué es. Digamos que el destino último de las personas es la «Iluminación», en eso tenemos la victoria asegurada, tardemos lo que tardemos en lograrla. Tal vez la vida consista tan solo en disfrutar mientras tanto del camino que El Creador nos va presentando, sentirnos en paz con nuestro ser y con las «cuentas» saldadas.

Por Marta Susana Fleischer

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