Numerosos estudios han demostrado que las personas con celiaquía, especialmente cuando no está diagnosticada o tratada adecuadamente, tienen mayor riesgo de desarrollar osteoporosis temprana u osteopenia (una disminución moderada de la densidad ósea).
La razón principal es que el daño intestinal provocado por la celiaquía impide la correcta absorción de nutrientes clave para la salud ósea, como el calcio y la vitamina D. A largo plazo, esta deficiencia puede debilitar los huesos y aumentar el riesgo de fracturas.
¿A qué edades afecta más?
Aunque la osteoporosis es más frecuente en mujeres posmenopáusicas, en personas con celiaquía puede presentarse mucho antes. Se han detectado casos de baja densidad mineral ósea en niños, adolescentes y adultos jóvenes con enfermedad celíaca, especialmente en aquellos con diagnóstico tardío.
Por esta razón, la detección precoz de la celiaquía es fundamental para evitar este tipo de complicaciones en edades tempranas.
¿Cómo se diferencia la osteoporosis en personas con celiaquía?
Si bien los síntomas y consecuencias de la osteoporosis son similares en personas celíacas y no celíacas, hay diferencias importantes en su origen. En personas con celiaquía:
La osteoporosis suele ser secundaria a la malabsorción crónica.
Puede desarrollarse a edades más tempranas.
En muchos casos mejora notablemente tras iniciar una dieta estricta sin gluten, junto con la suplementación adecuada.
En cambio, en personas no celíacas, la osteoporosis suele estar más relacionada con factores hormonales, genéticos o de estilo de vida (sedentarismo, tabaquismo, déficit de calcio, etc.).
Estudios indican que hasta un 75% de los adultos recién diagnosticados con celiaquía pueden presentar algún grado de pérdida de masa ósea, lo que es significativamente más alto que en la población general.
Prevención
La buena noticia es que esta forma de osteoporosis es prevenible y, en muchos casos sería reversible si se actúa a tiempo. Las principales medidas incluyen:
Diagnóstico precoz de la celiaquía, especialmente en personas con antecedentes familiares o síntomas inespecíficos como fatiga crónica, anemia o dolores óseos.
Dieta libre de gluten de por vida, lo que permite al intestino recuperarse y mejorar la absorción de nutrientes.
Aporte adecuado de calcio y vitamina D, ya sea mediante la alimentación o suplementación, según lo indique el médico.
Ejercicio físico regular, especialmente actividades que estimulen la fuerza y el impacto como caminar, bailar o subir escaleras.
Evaluación de la densidad ósea (densitometría) en casos indicados, para monitorear la salud ósea en personas con celiaquía, incluso jóvenes.