El viejo que le grita a la nube

La realidad es difícil, impactante. Casi cantando Cambalache voy, si no fuera porque detesto ese tango, y porque mi cabeza tararea una canción pegadiza y mal hablada que me quedó rondando de un TikTok… La hiperconectividad nos absorbe a todos. Asomarse a la realidad cuesta tanto hoy… y quizás sea un acto costoso de autodefensa bajar rápidamente la cabeza y sumergirnos en esa fantasía inagotable de nuestros móviles. Sí, ya sé, es difícil ser coherente.
Tratar de estar en el aquí y ahora te estruja un poco el corazón. Es como ir a los tumbos. Y no lo digo solo por sortear a la gente tirada en la calle, que cada vez son más, o por ese olor de ciudad que delata abandonos, el no saber a dónde ir, el no tener casa ni trabajo, de tanta gente… Estar en el aquí y ahora es una sensación amarga, porque se contrapone a lo que venimos aprendiendo y queriendo sobre empatía, equidad, ecología. Claro que esto no es de ahora, y no le pertenece el fardo a un gobierno: nos pertenece a todos, y desde hace mucho. Nos venimos distrayendo bastante. Pero no se puede negar lo que es innegable, amigos. Lo que está mal, está mal; y lo que está bien, está bien.
Lo que engaña y rompe da siempre como resultado pena. Y así mismo, lo bello es bello, lo que da orden genera armonía…
Estos días se llenaron de símbolos que nos dejaron muchas reflexiones para quienes quieran pensar. El tan esperado Eternauta, el apagón en España y la partida del Papa colmaron las redes y los medios de comunicación con imágenes de acuerdo, sencillez y empatía que nos recuerdan que nadie se salva solo, en las buenas y en las malas… Es que estar unidos es parte de la supervivencia humana. Entonces, reflexionemos y obremos en consecuencia, ya que cada buen gesto planta semilla, genera vientos de cambio…

¿Habrá esperanza para nosotros, o solo seré el viejo que le grita a la nube?.

Cecilia Andrada – Directora

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