Develar el otro lado de la historia

Hay vínculos que depredan. Las o los depredadores poseen una magia “perversa” aprendida desde la cuna. Un encantamiento cuyos rasgos son la seducción, la manipulación, la arrogancia, las insinuaciones, las sorpresas tramposas, entre otros atributos. Este encanto es astuto y sagaz, daña al depredador y al depredado.  Ambos son parte de la depredación, por eso, para sanar, es necesario identificar cada uno de los roles con las cualidades que hacen perdurar la toxicidad del vínculo. 

Los y las depredadoras son bebedores o bebedoras de luz y consciencia. Se apoderan del jugo creativo para su propio uso y, lo hacen de una manera tan intensa, que dejan a la otra persona exhausta. Para refrenarlo, es necesario empoderarse encontrando las pistas de la depredación mediante facultades intuitivas y de poder personal. Esto llevará a develar la magia perversa de la depredación y brindará recursos para usar la “contra-magia liberadora”. Se trata de llaves o válvulas de apertura que evidencian lo que se suponía “prohibido” para actuar y ser. Otra de las pistas es preguntarse: ¿Qué parte de mi está depredada?  

La respuesta acude cuando se van vislumbrando señales de maltrato, humillaciones, mentiras que fueron depredando el amor por sí mismo o sí misma y el modo en que la propia mente quedó capturada por interpretaciones de un otro dominante.

Lo asombroso es que, cuando el mecanismo liberador toma más fuerza, la cinta fílmica de la vida, gira y se ve el otro lado de la historia. La persona depredada toma consciencia de que “nada era lo que parecía”. Se desenmascara las seducciones perversas y el falso bienestar.

“Nada es lo que parece” funciona como una estrategia de contra-magia ante la creencia limitante que dice: “Todo lo que veo es”.

 Aunque el camino de la recuperación es pedregoso, si se lo atraviesa, hace manar la autoconfianza. Lo primero es darse tiempo para respirar con calma las revelaciones, luego y, con paciencia, se va recuperando la voz de la intuición, esa que fue callada y ahora emerge.  

Al mismo tiempo se advierte gran vitalidad para animarse a romper viejos acuerdos que se basaron en el miedo: este es un gran desafío, porque se va dejando todo aquello que había oprimido la libertad. 

Cada vez que se rompe un acuerdo, todo el poder personal que se ha utilizado para crearlo, vuelve transformado mediante un importante proceso alquímico.  Despojarse de los hilos invisibles que maniobraron deseos, permite aflorar lo auténtico, y lo más hermoso, vuelve a sentirse el placer de la propia existencia. 

Por Alejandra Brener

Lic. en Ciencias de la Educación
Ter. corporal – Bioenergetista

alejandrabrener@gmail.com

Facebook Alejandra Brener Bioenergética

Instagram: @espacioatierra

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio