El asma es una enfermedad de carácter intermitente, que se manifiesta como un proceso de sofocación en el cual se dificulta respirar el aire. La inspiración suele ser rápida y laboriosa, pero la verdadera dificultad no radica en inspirar, sino en la retención de aire que impide un adecuado intercambio gaseoso. En consecuencia, el problema principal se encuentra en la espiración. Esta sofocación suele acompañarse de sibilancias, fácilmente detectables a la auscultación.
Este paciente es hiperreactivo, ante diversas circunstancias psicofísicas reacciona produciendo la broncoconstricción y por lo tanto, disnea. Antiguamente se lo conocía como “alérgico”. Son personas que, en general, sienten aversión hacia alguien o alguna situación que no pueden tolerar. Se trata de individuos muy impresionables, susceptibles, que pasan gran parte del tiempo procurando no desagradar. Internamente viven una contradicción entre lo que desean y lo que tienen prohibido a todo nivel. Son dependientes de la persona amada pero terminan rechazándola. Oscilan entre la aprobación y el reconocimiento, y su dependencia de alguien amado. En los pulmones ocurre el ciclo vital del intercambio gaseoso: ingresa oxígeno y se elimina dióxido de carbono. La alteración de este ciclo hace pensar en que al asmático “le duele vivir” en ese momento, ya sea por tristeza, aflicción, desanimo, asfixia de alguna situación o persona, el cual le impiden aspirar y espirar la vida con gusto.
El asmático suele tener un “profundo miedo a morir”, y por lo tanto temor le remite al “miedo a morir en algo”, con lo cual se le dificulta a pasar a situaciones nuevas. Cualquier cambio brusco produce ahogo. Como ejemplo les presento el caso de Roberto R. de 17 años, estudiante, acudió a la consulta de la mano de su madre (le pedí a la mamá que esperara afuera). El joven me relata sus postergaciones en la vida, como integrar un grupo de rock. Era tímido, suave, serio, responsable en sus estudios, no tenía otro antecedente que padecer de crisis asmáticas desde su primera infancia. Entre sus generalidades me refirió que era friolento, prefería la comida salada, y tibia, nunca caliente, pies muy fríos, y que tenía una característica, cuando estaba triste mejoraba con el consuelo. Con la primera medicación de Phosphorus 200, lo volví a ver a los 30 días, ya no tenía asma y me contó que pudo concretar la idea de integrar una banda de rock. Hasta la fecha existe un silencio de sus signos clínicos, cuatro años después es un joven universitario que vive actual – mente solo y por supuesto toca música. ¿Y qué de la Primavera? ¿una primavera no hace Verano? Tal vez! Sin embargo comprender en los diferentes niveles descriptos al ser humano es ubicar su verdadera identidad. Acompañar ese proceso de reencuentro con uno mismo constituye, en definitiva, una verdadera transformación.
Por Dr. Sergio Rozenholc
Homeópata
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