¿Sabés qué ponés en tu boca?

El opaco brillo de las pastas dentales

Un acto diario en favor de la salud bucal puede volverse un ataque a traición cuando descubrimos que las pastas dentales pueden esconder ingredientes dañinos.

Un caso grave que tomó estado público en estos días fue el de la conocida marca Colgate, en su variedad Colgate Total Clean Mint, presente en Brasil, Argentina, Chile y Paraguay. Fue retirada del mercado por la agencia sanitaria brasileña ANVISA y luego también en Argentina por la ANMAT, tras múltiples reportes de quemazón (cerca de 11.400 casos en Brasil), inflamación, úlceras y adormecimiento bucal, asociados al fluoruro de estaño (stannous fluoride). La empresa retiró su apelación y ANVISA mantuvo la suspensión basándose en el principio preventivo. Si bien este compuesto es eficaz contra caries y bacterias, puede provocar reacciones en personas sensibles al alterar el pH bucal o afectar la mucosa.

¿Pero hay más ingredientes perniciosos en las pastas dentales?

Metales pesados:
Un estudio independiente de abril de 2025 analizó 51 pastas dentales con resultados alarmantes: el 90 % contenía plomo, el 65 % arsénico, casi el 50 % mercurio y un 33 % cadmio (ver Lead Safe Mama). Aunque la mayoría cumple con los límites federales en EE. UU., muchas superan los estándares más estrictos de estados como Washington o de la Unión Europea. Se ha detectado contaminación proveniente de ingredientes comunes como carbonato de calcio, hidroxiapatita, sílice hidratada y arcilla bentonita. La exposición crónica, incluso en dosis bajas, plantea riesgos neurológicos, renales, cardiovasculares y carcinogénicos, especialmente en niños.

Abrasivos y microplásticos:
Aunque desde 2017 se eliminaron las microperlas plásticas, algunos abrasivos como la mica o el polvo metálico pueden causar desgaste del esmalte y favorecer el desprendimiento de fragmentos microscópicos. A nivel mundial, se estima que millones de toneladas de microplásticos derivados de productos dentales ingresan al medio ambiente, donde promueven inflamación y alteraciones endocrinas.

Compuestos químicos:

Lauril sulfato de sodio (SLS): agrava las aftas bucales al dañar las mucinas, componentes clave de las mucosas que recubren tejidos epiteliales como los del tracto respiratorio y digestivo, encargadas de lubricar y proteger esas superficies.

Triclosán: (antes presente en Colgate Total) está asociado a la resistencia bacteriana y alteraciones hormonales. Este ingrediente activo, usado en pastas dentales, jabones, desodorantes y cosméticos, actúa alterando la membrana celular de microorganismos, inhibiendo su crecimiento y reproducción. Su uso fue prohibido por la FDA (EE. UU.) en jabones de manos y restringido en cosméticos por la Unión Europea.

Polietilenglicoles (PEG): reconocidos por causar hipersensibilidad sistémica, es decir, reacciones alérgicas graves que afectan múltiples sistemas del cuerpo. Pueden manifestarse como anafilaxia, una emergencia médica que requiere atención inmediata.

¿La cosmética natural puede mejorar la respuesta?
En Argentina ya existen pastas dentales naturales con ingredientes como arcilla, carbón, mirra, bicarbonato, aceites esenciales o aloe, muchas sin flúor. Aunque algunas muestran efectividad a corto plazo contra la placa, presentan ciertos desafíos:

Ausencia de flúor: menor protección contra caries, especialmente en niños.

Poca regulación: no se controla el índice de abrasión (RDA) de arcillas o carbones, lo que puede desgastar el esmalte.

Riesgo de toxicidad: algunas arcillas naturales podrían contener metales pesados no declarados.

En Brasil, las regulaciones permiten hasta 1.500 ppm de flúor total, sin exigir un mínimo de flúor soluble —la forma realmente eficaz para prevenir caries—, cuyo mínimo recomendado es de 1.000 ppm.

¿Qué buscar en la etiqueta de tu pasta dental?

Revisar cuidadosamente los ingredientes: evitar triclosán, SLS, PEG, microplásticos, metales pesados y prestar atención al tipo y concentración de flúor.

  • Observar reacciones: si aparece quemazón, aftas o hinchazón, suspender su uso y consultar al especialista.
  • Elegir flúor adecuado: entre 1.000 y 1.500 ppm de flúor iónico es el estándar mínimo de protección contra caries.
  • Preferir productos certificados: algunas pastas europeas o con certificación médica presentan menores niveles de metales pesados.
  • Consultar con profesionales: especialmente para niños, embarazadas y personas con mucosas sensibles.

¿Qué posición debemos tomar como consumidores?
Hoy, nuestra herramienta más fuerte es la información. Pero lo sucedido con Colgate en Brasil evidencia la necesidad urgente de regulaciones más estrictas y controles sanitarios que realmente protejan al consumidor. Las políticas de Estado en favor de los ciudadanos son esenciales para controlar la calidad de los cosméticos (y medicamentos) que consumimos. Compremos, sí, pero productos eficaces, limpios, seguros y con respaldo científico. 

Para saber más: https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC11979237/

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