El noble fruto alimenticio
A la hora de hablar de conciencia en alimentación, el bocado que se merece mención es a la semilla de la planta de cáñamo. Sí, el fruto llamado aquenio, por tener una cáscara dura y un centro tierno, como de una nuez y de sabor símil pero más suave y pequeña, contiene altos valores nutricionales, con grandes beneficios para la salud de todas las personas, en todas las etapas del ciclo vital: infancia, adolescencia, adultez, embarazo, lactancia y deporte.
Datos, no opiniones
La planta de cáñamo es un cultivo milenario, se piensa que es una de las primeras especies en ser domesticada por la humanidad. Son muchísimos los estudios e investigaciones que se le realizan actualmente, tan así que también demuestra ser provechosa en su arista culinaria y nutritiva. Es útil recordar que a partir de los años ’60 del siglo XX estuvo denostada y cancelada por una política global prohibicionista que, en ciertos casos, sigue hasta el día de hoy, dificultando, obstaculizando y entorpeciendo por demás su desarrollo y desenvolvimiento para muchas cuestiones cotidianas.
La semilla posee 25-35% de lípidos perfectamente equilibrados (Omegas 6 y 3); 20–25% de proteínas fáciles de digerir (albúmina y edestina) y ricas en aminoácidos (incluso los 9 esenciales); 20-30% de hidratos de carbono, gran parte de los cuales están constituidos por fibra dietética, principalmente insoluble (beneficia la microbiota); así como vitaminas y minerales (micro y macro nutrientes). Es alta en antioxidantes naturales: compuestos fenólicos, tocoferoles, carotenoides y fitoesteroles.
Si desglosamos cada uno de los nutrientes presentes en esta semilla, nos daremos cuenta de que estamos frente a un superalimento que tiene la capacidad de nutrir desde la infancia hasta la edad adulta.
La indicada.
En Argentina hay políticas que dan marco legal a su utilización y empleo del cáñamo industrial. En 2022 se votó la ley 27669 que permite toda la cadena productiva del cultivo. Así también, en 2023 se ha incluido las semillas y/o granos al código alimentario, en otras palabras, se hizo efectivo su uso comestible.
En los últimos años, se popularizó y aceptó el uso medicinal de la planta. La razón del pleno auge en los ensayos y estudios pertinentes alrededor de los cannabinoides. Sin embargo, la semilla de cáñamo carece y es libre de estas moléculas como el THC o CBD, entre otras, por lo que no causa ni “colocón” ni sueño. Tampoco contiene gluten, beneficio y muy recomendable para una dieta celíaca que, además, a las recetas sin TACC le agrega un considerable aumento de nutrientes como bien lo demuestra el estudio científico publicado por el CONICET a fines del 2023. Aporta la vitamina B12 que resulta tan importante en un hábito vegetariano o vegano; como así también, las semillas proporcionan la vitamina B1 (Tiamina) muy esencial para periodos de embarazo o lactancia.
De la semilla se extrae materia prima como aceite gastronómico prensado en frío, harina desgrasada y molida, semillas descascaradas y proteína en polvo. Su cultivo es de manera agroecológica y su transformación es mecánica sin utilización de ningún agregado de químicos nocivos. Estos subproductos se pueden utilizar en todo tipo de horneados (panes, pizzas, cookies…) y crudos (ensaladas, licuados, salsas…) para preservar los valores y perfiles nutritivos y que no se volatilicen ni degraden por exceso de calor.
Es por acá.
Es una especie vegetal la cual conocemos muy bien como planta textil. En Argentina, incluso antes de que sea una república, se cultivaba en casi toda la región por necesidad de fabricar y elaborar insumos para los navíos como cuerdas, sogas e hilos. El mismísimo Belgrano en 1796 en una de sus memorias escribía sobre la necesidad de cultivar cáñamo para beneficio de los pueblos, siendo el primer promotor de la planta industrial. Aunque, además, hubo más sucesos exitosos alrededor del cáñamo como fue lo ocurrido en la Linera Bonaerense, compañía agroindustrial ubicada en Jáuregui, a 20km. de Luján, provincia de Buenos Aires, que supo cultivar y transformar cáñamo durante más de 20 años seguidos pero que fue finalizado en 1976 por el gobierno militar. Es decir, tenemos una historia, relación y experiencia con el cultivo cañamero.
En la actualidad, hay contados casos en torno a la cuestión de la cadena productiva de cáñamo como organizaciones sin fines de lucro o distintos emprendimientos que fomentan, divulgan y educan sobre los beneficios de la planta. Aunque, falta empatía y voluntad por una parte de la sociedad.
Si bien somos contemporáneos de políticas y visiones que desvalorizan o desprecian el cambio climático; incluso, estimulan el greenwashing o falsas promesas que causan expectativas genuinas. Por eso hay que priorizar elementos o sistemas con eficiencia que efectivamente sean amigables con el ambiente y los ecosistemas que nos rodean.
Entonces, que más nos queda que involucrarnos activamente ya que estamos ante una alternativa extraordinaria que no debemos dejar pasar. La salud no puede esperar más.
Por Germán Pereira (Recetas Cañameras)
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