Generalmente, el paso del tiempo magnifica los buenos momentos vividos y minimiza los pesares, e incluso nos ayuda a descubrir que somos más fuertes de lo que creíamos.
A continuación rescatamos un pequeño “trabajo de reacomodamiento”, que puede ayudarnos en distintos planos y brindarnos más fuerzas.
Comenzaremos por despejar la «maleza mental”.
Intentaremos rescatar un poco de orden entre la confusión que padecemos a diario…
Hechos, noticias, algunos programas, todo parece conspirar para alejarnos de quien realmente somos: Una pieza única, que busca ser feliz, y vivir como mejor desea.
Para empezar, vamos a apartarnos por unos minutos de las obligaciones, nos aseguramos que nadie interrumpirá y tomaremos este tiempo sólo para nosotros, para recordarnos.
Buscamos un espejo y vamos a mirarnos en él.
Primero los ojos, nos observamos profundamente y con amor.
Nos saludamos, como si estuviéramos viendo a un viejo y querido amigo, con quien hace mucho tiempo que no nos encontramos.
Nos animamos a decirnos palabras tiernas… y que sentimos profundo respeto por este ser en el que nos convertimos… Que no importan las circunstancias que estemos atravesando hoy, que nos comprendemos, y que nos aceptamos.
Nos decimos suavemente que estamos a tiempo para emprender el intento de cambiar lo que haga falta.
Que no nos juzgaremos duramente nunca más, porque siempre hicimos lo que pudimos.
Que deseamos permitirnos ser felices. Y que para eso no nos hace falta nada, sólo respetar la vida que somos.
Recorramos el rostro con amor (¿hay alguna arruguita nueva, hace falta una afeitada, otro corte de pelo?).
Digámonos que somos únicos, campeones de la resistencia y capaces de superar cualquier prueba.
Que no bajamos la guardia y que todavía estamos para mucho más; pero que esperamos sea todo bueno…
Que mirando por nuestros ojos y hablando por nuestra boca, un ser hermoso busca expresarse y que haremos todo lo necesario para manifestarlo.
Por último, faltaría decirnos que saldremos a enfrentar las pruebas diarias con fuerzas nuevas, ya que -después de mucho tiempo- nos reconocimos y recordamos. Prometámonos guardar en el corazón lo que vimos en el espejo.
Marta Susana Fleischer/Convivir