La culpa no es (tanto) del chancho
Política de Estado es un conjunto de principios y directrices que guían la administración de una nación, consensuadas entre fuerzas políticas y sostenidas en el tiempo, para abordar problemas estructurales y promover el desarrollo y bienestar social, independientemente de los cambios de gobierno.
Como venimos contando en esta serie de entrevistas sobre la importancia de la producción orgánica, las buenas prácticas agrícolas son obligatorias y refieren a la inocuidad del alimento y la seguridad del trabajador. “Que no se enferme ni se muera el consumidor cuando consume por un riesgo químico o microbiológico y que el trabajador rural no se enferme ni se muera por estar manipulando productos altamente tóxicos”, nos expresa claramente y sin vueltas el ingeniero agrónomo Facundo Soria. La intervención del Estado, en este caso como en otros, nos asegura la salubridad básica de lo que consumimos.
“La norma está; es obligatoria en frutales —nos cuenta Soria—. Sucede que en los frutales, a diferencia de las hortalizas (como vimos en la nota anterior), el productor está más profesionalizado, es un manejo más empresarial.”
– ¿Será por el volumen de producción?
– Por el volumen y porque en muchos casos exporta. Entonces, sí o sí tenés que tener cumplimentado esto básico que es la seguridad, la inocuidad. No se puede exportar algo que no sea inocuo. En cambio, el sector hortícola, que vende por proximidad y básicamente al mercado interno o fuera del radar del Estado (ferias no controladas, mercados abastecedores que no están debidamente controlados) a “culata de camión”, como se dice, no pasa por el radar del Estado, y eso produce un mal manejo. A veces depende de la buena voluntad y otras son productores pequeños que no están debidamente informados, que no tienen asesoramiento profesional. Entonces producen como pueden, como saben, o como les dice el que les vende los agroquímicos, y luego los aplican sin demasiado criterio. Y esto es muy peligroso.
– La horticultura tiene obligación también de producir con buenas prácticas, ¿verdad?
– Claro, en la horticultura también es obligatorio producir con buenas prácticas, pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Por eso falta control, y en eso se está avanzando. Se está haciendo foco en el profesional y en el productor para que, si no es profesional, se forme, entienda en lo que incurre, que puede ser sujeto de denuncia y que puede tener un problema legal serio. Es un sector complejo, muy amplio, disperso y que vende en circuitos informales. No hay un RNPA (Registro Nacional de Producto Alimenticio) para vender. Y esto pasa en todo el mundo.
El sector hortícola es uno de los más sensibles y vulnerables, si se quiere. Está llamado a ser el alimento más sano; fíjate qué paradoja… Y esas frutas y verduras, o por lo menos las verduras, están en manos de un tipo social agrario que necesita acompañamiento y no lo tiene.
– ¿Debemos asegurarnos de comprar en mercados formales, si no consumimos orgánico certificado?
-Yo diría que sí. O por lo menos a quienes intentan estar en “el radar”. Es un cuidado que vale la pena tener. Por ejemplo, sucede en estaciones de tren que ves gente que vende desde el cajón frutillas o tomates a un excelente precio, pero… a veces son los rechazos de los mercados que no pasan los análisis.
– Se comprende en Argentina la importancia de la producción orgánica?
– El tema orgánico abarca múltiples aspectos, y creo que hoy es una herramienta que hay que difundir y comprender su importancia. El consumidor argentino tiene que conocerla más y el Estado acompañarla. A nosotros, desde mi área de promoción, nos falta crear una buena campaña, algo que nunca se hizo por una cuestión presupuestaria, y hoy tampoco es el momento. Pero creo que es algo que nos lo debemos. Al menos, que crezca en el boca a boca y en las redes sociales; sucede, pero es un camino lento.
Si conocés los beneficios que tiene un producto orgánico para el suelo, el ambiente, la salud, por el poder nutricional y los antioxidantes, le vas a dar otro valor. Y si te apropias de ese valor, estás dispuesto a pagar lo que realmente valen.
Los productos convencionales muchas veces externalizan los costos, son más baratos, pero los paga otro (tu salud, el ambiente, etc.).
Entonces, no podemos esperar demasiado tiempo, porque lo exige el mundo y nuestra propia salud.