Superar la idea de la separación, ver en las otras personas la misma manifestación de Dios que hay en nosotros. Es en ese momento cuando de nuestro interior surgen preguntas. ¿Vale la pena que discuta para demostrar que tengo razón? ¿La Verdad necesita que se la defienda? Cuando sentimos orgullo crece el Ego y cuando crece el Ego nos alejamos de la divinidad.
Otra forma de trabajo interior, preguntás? Darse cuenta de que todo es ilusión. ¿Acaso el cielo es azul? ¿Existen el tiempo y el espacio fuera de la Tierra? Si el tiempo no existe y resulta únicamente una convención para vivir en el planeta, ¿no acontecerán a la vez el pasado, el presente y el futuro? Cuando hacemos la división de materia y espíritu, ¿pensamos que los átomos que componen la materia son energía, por lo tanto: lo material y lo espiritual, ¿no se diferenciarán por la velocidad de la vibración? Cuando decimos que una pared es sólida, en realidad reconocemos que no somos lo suficientemente pequeños como para atravesar los átomos que la componen. Y, cuando pensamos que estamos parados en «tierra firme» la verdad es que lo hacemos sobre las placas tectónicas del planeta, que están en movimiento continuo. Como también se mueve esta nave que es nuestra Madre Tierra, en el espacio.
Como no se trata de pensar demasiado sino de producir una apertura de conciencia, la forma más sencilla de trabajo interior consiste en aplicar en la vida diaria 2 reglas de oro que nos legó uno de los más grandes Maestros de Metafísica:
1. Ama a Dios por sobre todas las cosas.
2. Ama a tu prójimo como a ti mismo.
Y de la práctica de estas 2 reglas de oro se llega a la comprensión de lo que significa Metafísica.
Esta sección utiliza a manera de encuentro sagrado e íntimo con el lector, la palabra Metafísica. Nos referimos así al conocimiento que va más allá de lo físico. Y es que todas las personas llegarán a adquirir conocimientos metafísicos en el camino de su evolución. A cada uno le llega su momento de maduración. Todos somos parte de Dios y cada uno lo expresa a su manera. Venimos a aprender y a evolucionar, y más que a aprender, a recordar, ya que dentro de cada uno está guardado todo el conocimiento y la tarea más importante que nos toca realizar es recuperar ese Poder que atesoramos y manifestarlo. Los Guías de la Raza, Maestros o Hermanos Mayores que venera cada religión fueron muy claros en sus mensajes: cada persona, mediante el trabajo interior, llegará a convertirse en un Dios. ¿Y en qué consiste ese trabajo interior? Sin lugar a duda, en darse cuenta de que no existe la separación sino la Unidad. Más claro: la gente, el planeta, el sistema solar, la galaxia, los universos, somos células de un Único Ser que nos contiene a todos y vernos separados uno del otro es la ilusión que tenemos que vencer para trascender de esta forma de vida a otra más elevada. Este es el secreto: somos uno con Dios. ¿Cómo practicamos el famoso trabajo interior? Intentando vencer la personalidad para manifestar nuestra parte divina. ¿Cómo se vence la personalidad? ¡Uy! Se trata de un trabajo arduo y constante que a veces lleva toda una vida, o más…
Superar la idea de la separación, ver en las otras personas la misma manifestación de Dios que hay en nosotros. Es en ese momento cuando de nuestro interior surgen preguntas. ¿Vale la pena que discuta para demostrar que tengo razón? ¿La Verdad necesita que se la defienda? Cuando sentimos orgullo crece el Ego y cuando crece el Ego nos alejamos de la divinidad.
Otra forma de trabajo interior, preguntás? Darse cuenta de que todo es ilusión. ¿Acaso el cielo es azul? ¿Existen el tiempo y el espacio fuera de la Tierra? Si el tiempo no existe y resulta únicamente una convención para vivir en el planeta, ¿no acontecerán a la vez el pasado, el presente y el futuro? Cuando hacemos la división de materia y espíritu, ¿pensamos que los átomos que componen la materia son energía, por lo tanto: lo material y lo espiritual, ¿no se diferenciarán por la velocidad de la vibración? Cuando decimos que una pared es sólida, en realidad reconocemos que no somos lo suficientemente pequeños como para atravesar los átomos que la componen. Y, cuando pensamos que estamos parados en «tierra firme» la verdad es que lo hacemos sobre las placas tectónicas del planeta, que están en movimiento continuo. Como también se mueve esta nave que es nuestra Madre Tierra, en el espacio.
Como no se trata de pensar demasiado sino de producir una apertura de conciencia, la forma más sencilla de trabajo interior consiste en aplicar en la vida diaria 2 reglas de oro que nos legó uno de los más grandes Maestros de Metafísica:
1. Ama a Dios por sobre todas las cosas.
2. Ama a tu prójimo como a ti mismo.
Y de la práctica de estas 2 reglas de oro se llega a la comprensión de lo que significa Metafísica.
Marta Susana Fleischer